El presidente del Principado destaca la mejoría de la situación gracias al cambio de las condiciones meteorológicas y al trabajo de cientos de efectivos, aunque advierte de que la crisis no está cerrada y urge a la ciudadanía a colaborar contra los fuegos provocados.
Asturias empieza a respirar después de dos semanas de infierno. La lluvia, caída por fin en el suroccidente, y el trabajo incansable de brigadistas, bomberos, militares y voluntarios han permitido doblegar la mayoría de los frentes. A día de hoy, según el último balance, solo un incendio permanece activo, en Ibias, mientras que tres están estabilizados en Degaña, Cangas del Narcea y Somiedo, y otros dos controlados en Cabrales y Tineo.
“La situación ha mejorado, y lo ha hecho no solo por el cambio ambiental, sino por la actuación titánica de quienes estuvieron trabajando ayer”, afirmó el presidente del Principado, Adrián Barbón, tras la reunión del Comité de Seguimiento de la Crisis celebrada esta mañana en La Morgal.
El fuego intencionado de Ibias, la gran amenaza
El gran quebradero de cabeza sigue siendo Ibias, donde el fuego arrasó el entorno de la piscina municipal y obligó a desalojar a 41 vecinos de seis pueblos. En algunos casos, los evacuados tuvieron que ser rescatados en helicóptero porque la carretera estaba completamente intransitable.
Todo apunta a que el origen fue intencionado. Barbón fue contundente: “La persona que haya provocado un incendio poniendo en riesgo vidas, tiene que pagar por ello”. E insistió en la necesidad de que cualquier sospecha sea comunicada de inmediato a las autoridades.
Llamamiento a la colaboración ciudadana
El presidente asturiano volvió a pedir responsabilidad a la ciudadanía, especialmente en los desalojos preventivos: “Cuando se determina la necesidad de un desalojo, se hace por la seguridad de las personas. Se trata de proteger vidas, tanto de quienes viven en los pueblos como de quienes trabajan en los operativos”.
El mensaje se entiende tras lo vivido en Ibias: niños, familias y ancianos huyendo del humo y las llamas en cuestión de minutos, con el recuerdo aún fresco de la angustia y el caos vividos en la tarde del martes.
Una tregua que da esperanza
El agua caída ayer en buena parte del Principado se ha convertido en el mejor aliado del operativo, que hasta entonces había peleado casi en solitario contra el fuego, con turnos interminables y un despliegue aéreo de hasta ocho helicópteros y un hidroavión.
“Confiamos en que se confirmen las buenas temperaturas y podamos ir embridando la situación”, señaló Barbón, consciente de que aún queda trabajo por delante pero con la esperanza de que lo peor haya pasado.
El Principado no baja la guardia
En La Morgal, Barbón estuvo acompañado por la vicepresidenta del Gobierno asturiano, Gimena Llamedo, y la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, que repasaron junto al comité técnico la evolución de las llamas.
La consigna es clara: no bajar la guardia. Con seis incendios todavía activos en distinto grado, el Principado mantiene a todo el dispositivo desplegado, consciente de que los fuegos intencionados siguen siendo la principal amenaza.
Asturias vive por fin un respiro tras el humo y el miedo, pero la batalla contra el fuego no ha terminado. Y la advertencia de Barbón resuena con fuerza: “Necesitamos actuar con contundencia”.