Celos, sangre y silencio en Avilés: la historia del hombre que apuñaló a su vecino en plena madrugada y saltó por la ventana para huir

Celos, sangre y silencio en Avilés: la historia del hombre que apuñaló a su vecino en plena madrugada y saltó por la ventana para huir

Acepta cinco años de cárcel por intento de homicidio tras una violenta agresión en un rellano del barrio de La Vidriera. El móvil: un ataque de celos por una supuesta relación con su pareja.

 

 

Todo comenzó con un teléfono que no dejaba de sonar y unos mensajes cada vez más insistentes. Eran las 23:00 horas del 12 de abril de 2024, cuando un vecino del edificio de la Travesía de la Vidriera, en Avilés, empezó a recibir llamadas de un hombre con el que mantenía una relación tensa y creciente en hostilidad: su vecino, convencido de que había tenido una relación sentimental con su pareja. En apenas unas horas, aquella obsesión se transformaría en violencia. La noche terminaría con un hombre acuchillado cerca del corazón, otro herido tras saltar por la ventana, y un caso de tentativa de homicidio que hoy se ha cerrado en la Audiencia Provincial de Oviedo con una condena pactada.

El rellano del séptimo: escenario del ataque

Según la investigación judicial, el agresor —que lleva en prisión preventiva desde el 15 de abril de 2024— citó a su vecino para hablar. La víctima se negó a bajar, pero le invitó a subir si quería resolver sus diferencias. Sobre las tres de la madrugada, el procesado subió hasta el séptimo piso del edificio. No fue una conversación. Fue una emboscada. Llevaba un cuchillo escondido.

Tras una breve discusión en el rellano, el agresor sacó el arma blanca y se la clavó a su vecino cerca del corazón. Según consta en la causa, el objetivo no era herir, sino matar. Así lo ha reconocido hoy el propio procesado ante la Sección Tercera de la Audiencia Provincial: intentó acabar con la vida del otro hombre, movido por un ataque de celos que se desbordó en violencia homicida.

Salto al vacío y huida desesperada

Pero el caso no terminó ahí. Tras la agresión, el acusado huyó escaleras abajo hasta su vivienda. Cuando llegó la Policía, tomó una decisión tan desesperada como irracional: se lanzó por la ventana para evitar ser detenido. Cayó a la calle, herido, pero consiguió volver a entrar por otra puerta al portal y refugiarse de nuevo en casa. Fue su propia pareja quien, al verlo sangrando y conmocionado, alertó a los servicios de emergencia. Acabó en el hospital, custodiado por agentes.

Desde ese día permanece en prisión provisional, incomunicado y sin fianza, por tentativa de homicidio.

Un acuerdo para cerrar el caso

La Fiscalía del Principado de Asturias lo tenía claro desde el principio: los hechos constituían un delito de homicidio en grado de tentativa, tipificado en los artículos 138, 16 y 62 del Código Penal. Aunque la vista estaba señalada para hoy, no ha sido necesario juicio: el acusado ha aceptado los hechos y ha alcanzado un acuerdo de conformidad con la Fiscalía.

La condena: cinco años de cárcel, inhabilitación para sufragio pasivo durante ese tiempo, y siete años de alejamiento y prohibición de comunicación con la víctima. No podrá acercarse a menos de 300 metros de su domicilio, lugar de trabajo o cualquier sitio que frecuente.

En concepto de responsabilidad civil, deberá indemnizar con 7.480 euros a la víctima, además de abonar al Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) los gastos médicos derivados de la agresión.

Una historia de celos, aislamiento y violencia larvada

Este no es un caso aislado. Lo que se juzgó hoy en Oviedo es el colofón de una historia más larga, de silencios acumulados y tensión creciente en un edificio que, como muchos, fue testigo mudo de una rivalidad alimentada por la sospecha, la frustración y el deterioro emocional.

La Audiencia no ha considerado atenuantes por enfermedad mental ni por arrepentimiento voluntario. Sí se ha valorado su colaboración con la justicia y la aceptación de los hechos como gesto para cerrar el procedimiento.

Con esta condena se cierra una historia que podría haber acabado en tragedia definitiva. El filo del cuchillo estuvo a milímetros del corazón. La justicia ha evitado el juicio, pero el recuerdo de aquella noche —una herida que no necesita bisturí para doler— seguirá resonando en la escalera silenciosa de la Travesía de la Vidriera.

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