Dimisión con estruendo: Lydia Espina renuncia como consejera tras el mayor levantamiento docente en Asturias en décadas

Dimisión con estruendo: Lydia Espina renuncia como consejera tras el mayor levantamiento docente en Asturias en décadas

“He cometido errores”, admite tras una huelga indefinida, protestas masivas y el colapso del diálogo con los sindicatos

 

Lo que comenzó como una medida técnica para extender el servicio de comedor escolar en junio y septiembre ha terminado provocando una de las mayores crisis políticas del Gobierno de Adrián Barbón. Lydia Espina, consejera de Educación del Principado, ha presentado su dimisión irrevocable esta mañana, apenas horas después de que decenas de miles de profesores tomaran las calles de Oviedo en una manifestación histórica que simbolizó algo más profundo: un clamor contenido durante años por condiciones laborales dignas, respeto profesional y un modelo educativo más justo.

Un conflicto cocido a fuego lento

El anuncio que hizo estallar la tormenta fue aparentemente sencillo: ampliar una hora más la jornada escolar en junio y septiembre para que los alumnos pudieran disfrutar de comedor esos meses. Una medida, según la Consejería, dirigida a apoyar a las familias y ofrecer continuidad al alumnado. Sin embargo, para los profesores fue una gota que colmó un vaso rebosante.

“El malestar venía de lejos”, explican fuentes sindicales. “Ratios imposibles, burocracia asfixiante, equiparación salarial pendiente… y entonces llega esto, sin negociación previa, como un decreto caído del cielo”. Los cinco principales sindicatos —ANPE, CCOO, UGT, SUATEA y CSIF— se unieron por primera vez en años. Lo que siguió fue una ola imparable: concentraciones, huelga parcial, amenazas de paro indefinido y, finalmente, la gran manifestación del 1 de junio.

“Esta movilización no va solo de una hora más o menos. Es un grito de hartazgo de todo un colectivo maltratado”, declaró una portavoz de SUATEA el domingo en Oviedo.

La manifestación que dinamitó todo

El domingo 1 de junio, más de 30.000 docentes, según los convocantes, llenaron el centro de Oviedo en una marcha que no solo exigía la retirada de la medida, sino la dimisión inmediata de la consejera Espina. Pancartas con lemas como “No somos niñeras, somos docentes” y “Espina, escucha: la escuela lucha” recorrieron el eje Uría-Foncalada en un ambiente entre indignado y emocional.

A esa hora, el Gobierno del Principado ya contenía la respiración. Lydia Espina tenía previsto reunirse este lunes con los sindicatos, pero no lo hará. No habrá diálogo. No habrá mediación. Solo una carta: una misiva dirigida a Barbón que confirma lo que ya era un secreto a voces.

La carta de la ruptura

“Los ataques han traspasado los límites de lo racional y lo político, llegando a lo personal”, escribe Espina en su carta de renuncia, que se ha hecho pública este lunes por la mañana.

La ya exconsejera reconoce errores, pero defiende su trayectoria con palabras sentidas: “Nunca he tomado una decisión para agraviar ni despreciar a nadie. Todas y cada una han tenido como objetivo reforzar un sistema educativo inclusivo, emocionalmente equilibrado y con más oportunidades para todo el alumnado.”

Y añade: “No puedo ser parte de una solución que, estoy convencida, terminará por alcanzarse”. Una frase que, para muchos, suena más a derrota que a esperanza.

Fuego amigo y falta de respaldo

Aunque el presidente Barbón agradeció públicamente su trabajo, su silencio en los momentos más tensos del conflicto fue interpretado por parte de la opinión pública como una forma de distanciarse. De hecho, la sorprendente decisión del Ejecutivo de retirar la hora extra en plena Junta —sin que Espina estuviera presente— se percibió como un gesto de desautorización.

Izquierda Unida, socio de gobierno del PSOE, también mostró su incomodidad. La oposición, por su parte, pidió no solo la dimisión de Espina, sino una auditoría completa de la gestión educativa del Ejecutivo.

¿Y ahora qué?

La dimisión de Espina llega en un momento especialmente delicado. La huelga indefinida sigue convocada. Las pruebas de acceso a la universidad (PAU), que comienzan en apenas unos días, podrían verse afectadas si no se alcanza un acuerdo de mínimos. La negociación con los sindicatos está en punto muerto. Y, sobre todo, la confianza del colectivo docente —uno de los pilares de la educación pública— está seriamente dañada.

El relevo al frente de la Consejería será anunciado en breve. Se espera que el nuevo o nueva responsable tenga como primer cometido sentarse con los sindicatos y desactivar la huelga. Pero no será fácil: el profesorado exige compromisos concretos y estructurales, no solo parches.

Más allá de una dimisión

Este episodio ha dejado al descubierto algo más que una crisis de gestión. Ha mostrado la profunda desconexión entre administración y aula, entre los despachos y los pasillos de los institutos. El profesorado asturiano ha hablado con una voz unificada, algo que no ocurría desde hace más de una década. Y esa voz pide más que horas o comedores. Pide respeto. Y pide reforma.

Claves del conflicto

  • Motivo inicial: ampliación de jornada escolar en junio y septiembre para implantar servicio de comedor.

  • Respuesta docente: unidad sindical, concentraciones y huelga indefinida.

  • Punto álgido: manifestación del 1 de junio con más de 30.000 personas.

  • Consecuencia: dimisión irrevocable de la consejera de Educación, Lydia Espina.

  • Situación actual: huelga sigue activa. Se busca nuevo interlocutor. PAU en riesgo.

Frase para la historia

“Cuando cese el ruido, espero que se reconozca el trabajo que hemos desarrollado”
— Lydia Espina, carta de dimisión, 2 de junio de 2025

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