Mientras las eléctricas y el Gobierno investigan qué falló, la factura puede acabar en el buzón de siempre: el del ciudadano.
El pasado lunes, a las 12:33 del mediodía, España se apagó. Literalmente. En apenas cinco segundos, se esfumaron de la red 15 gigavatios de potencia eléctrica, una cantidad que representa más de la mitad de la energía que el país necesita en hora punta. Se cayó la luz en casas, hospitales, fábricas, oficinas, ascensores. Y con ella, surgió la pregunta que, más allá del misterio técnico, preocupa a todos: ¿quién va a pagar esto?
Porque si algo hemos aprendido en este país, es que cuando se rompe algo grande, lo acaba pagando el pequeño.
¿Qué demonios son 15 gigavatios?
Pongámoslo fácil: 15 gigavatios es lo que consumen 15 millones de secadores de pelo encendidos al mismo tiempo. O una ciudad como Madrid entera, multiplicada por cuatro. Esa electricidad no se evaporó ni viajó a otro país: simplemente se dejó de producir. Es como si en medio de una orquesta alguien hubiera arrancado las partituras y partido los violines. Silencio. Colapso.
¿La causa? Nadie lo sabe todavía. El operador de la red eléctrica, Red Eléctrica Española, asegura que no fue un ciberataque. Tampoco un fallo humano ni una tormenta solar. Pero alguien, en algún punto, desconectó media España de golpe, y eso generó una caída en cascada que tumbó toda la red.
¿Y el bolsillo?
Aquí viene la parte que duele. Aunque la energía no consumida durante el apagón no se factura directamente, los costes asociados a recuperar el sistema, reforzar la infraestructura, cubrir indemnizaciones o absorber las pérdidas del mercado sí terminan afectando al precio de la luz. Y no tardará en notarse.
De hecho, el precio de la electricidad ya ha empezado a dar saltos:
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Lunes 28 (día del apagón): 18,50 €/MWh
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Martes 29 (día post-crisis): bajón inesperado a 5,79 €/MWh
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Miércoles 30 (ya con el sistema forzado al máximo): 31,87 €/MWh, con picos que superaron los 117 €/MWh
¿Te suena a montaña rusa? No lo es. Es el mercado eléctrico español, que funciona como una subasta cada hora. Y cuando hay tensión en la red, poca oferta o mucha demanda, el precio se dispara. ¿Quién lo paga? Tú. Yo. Todos.
¿Pagaremos los 15 gigavatios perdidos?
Sí, aunque nadie lo diga así. No con una línea clara en la factura que ponga "Recargo por apagón", pero sí con subidas progresivas en el precio del megavatio/hora a medida que se ajusta el mercado. Los costes del fallo, las correcciones técnicas, la energía extra que hubo que importar o producir de urgencia… todo eso se incorpora, como siempre, al sistema. Y el sistema no tiene más bolsillos que los nuestros.
Además, si se decide invertir en mejoras para evitar que esto vuelva a pasar (más baterías, redes inteligentes, refuerzos), también se pagará con cargo al sistema eléctrico. Y eso, de nuevo, somos tú y yo.
La pregunta del millón
La gran incógnita ya no es qué falló, sino quién lo va a pagar. Y como suele ocurrir, no hay grandes responsables económicos a la vista. Mientras tanto, los usuarios domésticos y las pymes, que nada tienen que ver con las causas del apagón, podrían ver cómo su factura se encarece en las próximas semanas. No por haber encendido más luces, sino por haber estado a oscuras.
Así es como funciona este sistema: cuando todo va bien, ganan unos pocos; cuando algo falla, pagamos todos.