El sol de mediodía bañaba las calles de Puerto de Vega en un domingo tranquilo. Las terrazas estaban llenas, los cafés humeaban y las conversaciones fluían relajadas. Pero todo cambió en cuestión de segundos. El rugido de un motor rompió la calma. Un coche irrumpió en la escena a toda velocidad, haciendo pasadas frenéticas frente a una terraza repleta de ...
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