La noche se volvió caos. El rugido del océano resonaba como un trueno incesante mientras las olas, convertidas en murallas líquidas de furia desatada, embestían la costa asturiana sin piedad. La borrasca ‘Ivo’ había llegado con su puño de hierro y su blanco fue el Real Balneario de Salinas, un templo de la gastronomía que, en cuestión de horas, quedó ...
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