Los espejos mágicos de Luca

Los espejos mágicos de Luca

La fábrica de espejos del Don Luca, un artesano ciego de la rivera del Sena, era la más afamada de Francia en el siglo XVII. Cada modelo era único y todos tenían un tamaño de cuerpo entero. Su lema era: Todos os veréis bellos. Ejercía tal monopolio que el resto de talleres tuvieron que cerrar, todo el mundo quería los espejos de Don Luca. Algo especial había en la forma de devolver la imagen, se ocultaban las fealdades y se potenciaban las bellezas. Cada parisiense poseía al menos uno.

 

Cinco años atrás, Luca, alimentándose sólo de la fruta podrida del suelo del mercado, ideó  un plan desesperado y pícaro que sólo el hambre puede inspirar. Decidió incluir un misterioso contrato en la venta de sus espejos: “Entrego a Luca mis miserias y mis malandanzas quedando yo limpio y hermoso como bien mostrará mi espejo de Luca hasta el día que ascienda a los cielos”. El efecto en la conciencia y la retina de los clientes fue inmediato y enseguida se extendió su fama por toda Europa, “todos os veréis bellos”.  

 

A continuación, Luca tiraba el contrato al Sena ante la atenta mirada del cliente como parte aparente del sortilegio. –Ahí van sus fantasmas monsieur.

 

Sin embargo, todo París bebía del río a través de la bomba de Notre Dame, situada bajo el puente. Así los parisinos tomaban, sin darse cuenta, las miserias diluidas de los clientes de Luca, mostrándolas con dureza en la oscuridad acuosa de sus pupilas.

 

Como un lento envenenamiento, las provocaciones, las trifulcas y los asesinatos se multiplicaron. Pareciera que el agua produjera un efecto tóxico en la gente. Luca no sospechó de la relación entre su encantamiento y la ola de violencia hasta que un cliente, popular por tener un solo ojo, le apuñaló de muerte.

 

El asesino dijo a la policía:– No entiendo qué me ocurrió, vi reflejado en su ojo una cuenca vacía bajo un parche, vi a un miserable tuerto que tenía que matar –. Un policía le dijo: – Pero si Monsieur Luca era ciego, no tuerto-. El asesino respondió: – Yo sé muy bien lo que vi, un asqueroso tuerto que iba a matarme.

 

Con la muerte de Luca no desapareció el hechizo. Aún hoy nadie soporta con facilidad que otra persona le recuerde lo peor que piensa de sí misma, es demasiado humillante.

 

Nadie aguanta el reflejo de sus defectos, complejos y detritus en las pupilas ni en los gestos del otro. La respuesta siempre es la misma: atacar nuestro propio reflejo como si nos atacara un extraño, cuando realmente nos estamos defendiendo de nuestras sombras.

 

¿Caéis con frecuencia en las provocaciones de la gente ciega de sí misma? Sólo intentan defenderse atacando, no entremos en su juego de negación.

 

¡Un fuerte abrazo!

José Ángel Caperán

 

Psicólogo y coach en Gijón

Twitter @Jcaperan

jacaperan@gmail.com

 

Ilustración: Bejamin Lacombe.

 

 

7 comentarios

  • # Abel Responder

    11/06/2012 00:11

    Entiendo perfectamente el cuento. Entro al trapo de las provocaciones de la gente que me busca. Quien me busca me encuentra. A veces .en la vida nos vienen mal dadas y entrenar para el éxito es muy difícil, si no imposible. Entiendo tu manera de defendert

  • # Canción Responder

    11/06/2012 09:56

    Es complicado evitar el caer en su juego. Cuando me encuentro en esas situaciones intento pensar lo infeliz que es esa persona que me ataca. Cuanta inquina tiene dentro y no le deja disfrutar aunque demuestre lo contrario.

  • # Julio Responder

    11/06/2012 15:44

    Casi nadie aguanta durante mucho tiempo promesas como si haces esto, lograrás lo otro. En España, en política nos tienen bien aleccionados. En religión también nos tienen desengañados. En la escuela también nos han defraudado: no siempre los números unos son los que logran los mejores trabajos. Hay quien triunfa y no ha pegado un palo al agua en su vida y éstos se convierten en los modelos a imitar. Hay mucha gente que ha perdido toda la confianza en todos los redentores y hay muy mala leche y hay mucha impotencia, por muchos intentos fallidos

  • # Cipri Responder

    11/06/2012 22:55

    Ten más paciencia y tómate más tiempo con alguien que crees que no te quiere bien. Quizá no seas tú la causa de su enojo y si le consideras así no le vas a permitir mostrarte su lado amable, positivo, generoso, solidario. Que no se diga que te falta valor

  • # José Ángel Caperán Responder

    13/06/2012 13:23

    Si una persona es infeliz me atacará, salvo que haya caído ya en una depresión, pues es muy humillante reconocerse infeliz. Por lo tanto no he de hacer caso a las provocaciones pues no son más que defensas,lo que en principio me da rabia debe darme pena.

  • # Gerardo Responder

    13/06/2012 15:58

    Hay gente que mientras no se le diga lo maravillosa que cree que es, lo bien que cree que hace las cosas, lo bien que cree que va vestida… se siente atacada porque tiene un ego insaciable y muy poca confianza en si misma. No es culpa de lo/as demás.

  • # Monica Responder

    19/06/2012 11:40

    Es tan sencillo caer..., como bien dice Abel. El esfuerzo que tenemos que hacer mentalmente para evitar el responder a las provocaciones es inmenso, pero una vez que lo consigues, aunque sólo sea una vez, te sientes realmente poderoso.

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