Olvídese de la jerga parlamentaria, de los eufemismos de la alta política. Cuando las luces se apagan y los micrófonos se creen muertos, el poder habla otro idioma. Un dialecto de lealtades quebradas, apodos de patio de colegio para negocios millonarios y susurros que valen más que un contrato firmado. Las 16 horas de grabaciones de Koldo García no son ...
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