Los güertos de Sandoval

De todas las informaciones, unas 'noticia', otras no, por repetitivas o presumibles asaz,  que hubo hoy --por ayer-- una que me anima a escribir unas líneas, de esas a las que soy cada vez menos proclive. El Ayuntamiento de Xixón --468 años de muertinos enterráos con etiqueta me miren-- y el de Gijón, ¡qué caray!, renovó este miércoles la posibilidad de que los xubiléos, léase jubilados, opten a uno de esos pradinos o praducos que son --la señora Alcaldesa, por su conocimiento de la zona rural lo sabe-- una parceluca de los miles, y miles, de díes de gües que tien el conceyón xixonés en propiedá.

 

Cierto que me pìlla en estos días en los que uno se acuerda de la familia y 'eses coses' --¿porqué pongo comielles?--, pero espero que eso baste para justificar el presenta artículo: ¡Hala!

 

Andaba mi difunto padre, Sandoval, medio jubilado, porque eso de trabaja un poco más para maestrar no se inventó ahora, y estaba él, de origen familiar como somos, vaya, de la aldea de Peón, Somao, Quintes y otros alderiques, inquietu porque, razonaba: " dejar unos terrenos, unes parcelines, a los jubilaos, pon a producir terreno baldío y se puede enseñar jardinería u horticultura, o floricultura, silvicultura también, a otros".

 

Faltó a aquél egregio latinista decir que, además, el terrén (se pronuncia tarren) baldío, al menos serviría para algo.

 

Héteme aquí que, creo que a la sazón siendo alcalde Vicente Álvarez Areces, los encamientos de don Juan José tuvieron pequeno, pero concreto, éxito en la creación de unos güertos allá pa cerca Deva o perroquia similar. Mantuvo el gesto, generoso pero limitado, Paz Fernández Felgueroso y lo renueva ahora Carmen Moriyón.

 

Sorprendentemente, Xixón y yo semos así, señora, habilitaronse de aquella pequeños cuartos de aperios, incluso con ducha, y dióse a los xubiléos, con orden y conciertu, la oportunidad de cultivar un huertu con el sencillo requisito de apuntarse al sorteo y esperar, o disfrutar, sabiendo que era --será, supongo-- goce alternativo. Es decir, añu tú, añu yo. Sobre todo, --que no sobretodo-- porque los dichos güertos no pasaben de doce, revivían con el reencuentru de los paisanos y la tierra y el que pudieran transmitir su saber. Vamos, eso de que una rama de leña o flor ya se sabe al ver el palu. Y un rosal se injerta --enxértase-- al igual que un peal o un mazanu, o una pescal, en cuña o en troncal --tucu--.

 

A lo que iba: la buena noticia del día es que el Ayuntamiento de Gijón "adjudicará con carácter gratuito 96 huertos de ocio denominados “Vega de las flores” situados en una parcela municipal de la parroquia de Leorio. La medida de los huertos es de aproximadamente 50 m2 cada uno, dotados de acometida de agua para riego".

 

La pena que no sean 9.600. Porque sitiu hay. ¿O nó?

 

NB: En modesto homenaje a Juan José Sánchez Fernández, cuyo escrito iniciático obra en el municpaliense aechivum de Gigia, antes de la era dixital.

 

Rememorando, en esta ocasión, a Francisco Carantoña Dubert, cuando, a su vez, en la sala de la Caja de Ahorros de Asturias en la Plaza del Carmen recordó a sus compañeros de juventud Mora Montenegro, Evaristo Casariego y José Díaz Jácome: "he dicho".



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