Sin complejos

El PP tiene muchos problemas, pero quizá los que más relieve alcanzan, porque lastran cualquier acción que emprenda por brillante y beneficiosa que sea, son el pasado, que actúa como una mochila de la que no ha sido capaz de deshacerse, y el complejo que atenaza todo su discurso, al negarse a aceptar que el pacto con Vox, es mucho más legítimo y aceptable que el pacto con EH-Bildu.

Es cierto que no se puede hacer nada para cambiar lo que ya pasó, pero también lo es que sí se puede hacer mucho por cambiar lo que viene. 

Lo primero es sustituir a las personas, por doloroso y, a veces, injusto que resulte. Ver a Ana Pastor –y al resto de los de la época– es ver a Rajoy, y Rajoy ha sido, es y seguirá siendo, aun retirado de la política, la peor imagen del PP. Melifluo, pasota, irresponsable, epítome del galleguismo en el peor sentido del término, artífice de que estemos en manos de un insensato cuyas imprudencias nos harán caer al pozo de la pobreza y del conflicto social, consentidor de la más cruel y lacerante corrupción; en fin, un sujeto con el que hay que romper amarras si se quiere presumir de ser un partido moderno y renovado. 

Lo segundo, no avergonzarse de la foto de Colón y, por tanto, de pactar con Vox.

En la foto de Colón, cualquier persona sensata y con sentido común verá tres partidos que defienden la Constitución y la unidad de España, elementos ambos fundamentales para garantizar la economía, las inversiones y el mercado laboral. No hay ningún motivo para abochornarse de ella, por más que la televisión, que hace política sin presentarse a las elecciones, la demonice. 

Tampoco hay motivo alguno para avergonzarse por pactar con Vox; sí lo hay, por el contrario, para hacerlo con EH-Bildu, y para llegar a esta conclusión no es suficiente con apelar a que estos son los herederos de los asesinos de ETA: la lectura de sus programas electorales lo reafirma.

En la sociedad española hay mucho ignorante desinformado al que basta lanzarle píldoras televisivas para que forje una opinión desenfocada de la realidad. Para estos ciudadanos hace falta desarrollar una labor de pedagogía política, hay que hacerles llegar las diferencias abismales entre un partido como Vox y un partido como EH-Bildu.

A ese ciudadano hay que decirle que del programa de Vox a buen seguro aceptaría el noventa y ocho por ciento e, inversamente, del programa de EH-Bildu rechazaría la misma proporción.

Vox defiende la unidad de España y el respeto a la bandera, al himno y a la Corona; EH-Bildu, la destrucción de España. 

Pactar con Vox es una garantía; hacerlo con EH-Bildu, una ignominia. 

La peor soledad es no estar cómodo con uno mismo.



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