Islamismo radical, Inquisición e Izquierda

Los ataques coordinados a mujeres en varias ciudades este fin de año han puesto en evidencia la fragilidad e instrumentalización de nuestros derechos como persona. Ante este terrorismo machista, hemos visto como, por un lado, se ocultaba la magnitud y organización de los ataques y, por otro, como se culpaba a las propias mujeres.

Desde la perspectiva fundamentalista, lo dejó bien claro el imán de Colonia: “Vamos semidesnudas y perfumadas” Ojo, que este último adjetivo me lleno de espanto, uno, porque soy adicta a las colonias y dos, porque Oriente siempre fue la cuna de los perfumes, el arte y la cultura.

Desde la perspectiva europea, habló la alcaldesa de la ciudad y todo lo que tuvo que decir fueron recomendaciones para las víctimas. Que vayan tapadas, protegidas por algún varón, con silbatos, evitando sitios oscuros… No añadió que mejor olíamos a chota y usábamos chador, por los pelos.

Desde la izquierda, incluso desde las propias filas feministas, se intentó minimizar el asunto por temor a una criminalización de los refugiados por parte de la extrema derecha. Buenas intenciones que no conducen a ninguna parte, salvo a infravalorar el terrorismo machista,  pues se producirían igualmente. Otro de los argumentos es que en nuestro entorno también se producen violaciones, agresiones y asesinatos. Argumento que se desmonta a sí mismo, pues justificar que en política todos roban no otorga derecho a seguir robando.

En cuanto al problema de los refugiados, evidentemente, va más allá de los delitos cometidos por una banda organizada de muslims y no lo estamos afrontando, más bien evadiendo, mientras mueren mujeres, hombres y niños ahogados a la puerta de este frágil castillo de cristal que es Europa.  Seguramente, este absoluto desprecio por la vida humana fomenta esos ataques más que tus perjúmenes, mujer, aunque los sulibeyen.

La realidad es que el mundo musulmán es una pesadilla para las mujeres, un contexto donde las libertades se reducen a lo que los hombres permiten con la excusa del Corán. ¿Qué no son lo mismo el Islam que la Sharía? Tampoco lo son el Cristianismo y la Inquisición.

Desde esta tribuna lanzamos frecuentes anatemas contra la Iglesia católica por su machismo recalcitrante, pero el Islamismo radical se acerca demasiado a una Santa Inquisición que creíamos superada. Recordemos que, entre los siglos XIV al XIX este órgano de la Iglesia quemó en la hoguera, en Europa, más de un millón de mujeres tildándolas de brujas. Consta en algunos juicios que  las acusadas usaban perfumes para seducir a los pobrecitos varones y volverlos locos de lujuria. ¿Les suena? Muchas mujeres violadas fueron luego condenadas, pues el tribunal las encontraba culpables de provocación e incitación a la locura en el varón. Y que yo sepa, esto está pasando en Nigeria, India, Pakistán, Arabia Saudi, Afganistán… bajo otra religión y con idéntico resultado para las mujeres.

Así que, cuando veo al Ayuntamiento de Roma tapando las estatuas de desnudos ante la visita del presidente iraní, me viene a la cabeza Hitler y como, para evitar el inevitable conflicto, la liberal Europa fue cediendo por miedo, junto con su territorio, los derechos de los judíos, homosexuales, lesbianas, izquierdistas, anarquistas, gitanos, prostitutas, enfermos mentales… negando incluso la existencia de las cámaras de gas.

Y como mujer no me siento nada tranquila, qué quieres que te diga.

Dejo aquí un artículo para la reflexión

Los ataques machistas en Colonia y los errores eurocéntricos de una izquierda europea, de la feminista argelina Merieme Hélie-Lucas, donde nos muestra como esta táctica de agresiones masivas es habitual en los países árabes en cuanto las mujeres empiezan a levantar cabeza y el peligro que tiene para la sociedad occidental minorar nuestros derechos en aras de evitar una radicalización de extrema derecha..



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