Los españoles hemos llegado a la conclusión que el recuento de las cifras del paro, desempleo, la EPA, o como quieran definirlo se ha convertido en una auténtica “ceremonia de la confusión”. El dato que para unos constituye un éxito, para otros, representa el mayor de los fracasos. Todo fluctúa en función del método empleado y los distintos factores que intervienen tal como el número de emigrantes que nos abandonan, o los españoles que voluntariamente deciden buscar su suerte en el extranjero, por poner dos ejemplos.
El osado que intenta descifrar los comunicados del Ministerio de Trabajo y sus posibles interpretaciones, previamente debería acudir a un inexistente “Oráculo de Delfos”, y aún así no lo lograría. Los más eruditos han llegado a la conclusión que lo pretendido no es informar sino confundir. El objetivo pasa por conseguir que los ciudadanos sean incapaces de conocer la verdad, a golpe de eufemismos, medias verdades, interpretaciones y contrariedades, creadas por los asesores políticos de tal forma y manera que aburran al personal y desistan de enterarse ante tanta complejidad.
Soportamos tal deformación de la información, que para complicarlo todavía más, también intervienen los distintosl medio de comunicación consultados y con sus respectivas orientaciones. En nada se parece la versión que podría leerse en La Razón comparándola con aparecida en El Mundo, y como remate, nadie entiende como todavía sigue celebrándose la mal llamada “Fiesta del Trabajo” (1º d Mayo), que de sarcasmo a pasado a convertirse en una agresión al más elemental sentido común.
Esto y poco más es lo que está ofreciendo Rajoy y su Gobierno, cuando la única realidad sobre la posible mejora experimentada, no obedece exclusivamente las tan cacareadas reformas gubernamentales, omitiendo burda e intencionadamente el tremendo esfuerzo realizado por nuestros grandes empresarios, pymes y autónomos.
Hace falta ser muy cretino para propalar a los cuatro vientos que en los tres primeros meses del año, ya habían comenzado la creación de puestos de trabajo en términos interanuales, cuando la realidad ha demostrado no ser así. Efectivamente el paro ha bajado en 2.300 personas pero no por haber encontrado trabajo, cuando lo cierto es que dejaron de buscarlo,
Aunque duela reconocerlo y se nos oculte, se sigue destruyendo empleo en el sector privado y es ahí donde radica el verdadero peligro. De continuar en esa línea, Cáritas, no solo asumirá el proporcionar un plato de comida caliente y atender otras necesidades ya que pronto, sus programas de trabajo superarán al actual Servicio de Empleo (antiguo INEM), cuyo porcentaje de trabajadores colocados oscila entre lo ridículo y la nada.
Mire don Mariano: la descarada política de guardar la piñata de los regalos para la campaña de las próximas elecciones generales en el 2015, aún siendo una tentación de inspiración arriolana que tanto fomenta, es un tremendo error que usted está tratando de auspiciar por encima de todo, pero que posiblemente ni la situación económica, ni la propia sociedad española se lo van a permitir. Reaccionar tarde es reaccionar mal. Si en efecto está convencido que lo prioritario es proporcionar trabajo a los que lo necesitan, la reducción de impuestos no debe dilatarse, así como suavizar las cargas sociales que están soportando los empresarios comenzando por los pequeños y autónomos. Sin estimular el consumo y como consecuencia la producción es imposible bajar la cifra de los 5,9 millones de parados.
Cualquier acción que redunde en una verdadera creación de puestos de trabajo, y no solo de carácter temporal y a tiempo parcial, siempre es positiva. Reconociendo la importancia de mejorar el empleo joven, son el futuro del país, se está olvidando en exceso la franja de los que se encuentran en torno a los 40 años, casados, con familia e hijos que todavía no han ingresado en la universidad y muchos de ellos en paro, sin ayuda alguna y agotandas las escasas reservas que les quedan de lo que pudieron ahorrar durante la época en que tenían empleo.
No demore las decisiones ni caiga en la tentación de no contarles la verdad a los españoles, o dedicarse a ofrecer lo que sabe perfectamente que no va a poder cumplir. Bastante caro está pagando ya lo prometido e incumplido de su programa electoral. Para superar la profecía de pasar a la historia como “Mariano el Breve” debe revestirse de la mayor dignidad posible en todos los aspectos, incluso aunque le cueste una segunda legislatura. Cualquier otro camino implica ruina. El éxito de la pasada Semana ha despertado expectativas, que con independencia del nivel de cumplimiento, abre camino a la esperanza y deben fomentarse.