Con solo 25.000 alumnos tras haber llegado a los 44.000 en los buenos tiempos, campus dispersos por la zona central y cierta falta de conexión real con la sociedad, especialmente con la empresarial, la Universidad de Oviedo se encuentra desde el punto de vista económico apunto de entrar en estado catatónico. Así se desprende del informe que ha elaborado el equipo rectoral con un Vicente Gotor que ya no le llega la camisa al cuerpo y es que, según él mismo confiesa, no sabe como van a llegar a fin de mes para poder hacer frente a los compromisos económicos incluído el pago a proveedores que tiene congelado desde el pasado mes de junio.
Aunque el proyecto de presupuestos que el gobierno de Javier Fernández-3.922 millones de euros- quiere sacar adelante en la Junta General del Principado contempla un 67 por ciento de los mismos a invertir en servicios sociales, incluida educación, está claro que el panorama de nuestra principal institución docente no está nada claro. Tanto es así que el equipo rectoral estudia la supresión de servicios y el cierre de instalaciones que podrían ser el magnífico polideportivo que tiene en Mieres, la nueva residencia de estudiantes en la misma localidad que apenas registra ocupación, la piscina del complejo deportivo de San Gregorio y otros más. También está en el aire la posible apertura en septiembre próximo del remodelado colegio mayor América.
Además de la crisis yo creo que todo parte de la mala negociación que hubo en la transferencia de nuestra universidad del Ministerio de Educación y Ciencia a la autonomía cuando el hoy diputado Antonio Trevín era presidente del Principado. El actual gobierno asturiano quiso no hace mucho dar un impulso al Consejo Económico y Social de la Universidad fichando al empresario y comunicólogo asturiano Lalo Azcona como presidente del mismo pero pese a su voluntad y contactos poco ha podido hacer hasta el momento. En dicho consejo están representadas las fuerzas vivas y no tan vivas de nuestra sociedad, con una gran politización lo que en la práctica le hace poco operativo. El antiguo periodista tiene sentido del deber y amor a su tierra por lo que, aunque lo ha pensado ya más de una vez, no va a tirar, al menos por el momento, la toalla. El mundo empresarial, de escasa fuerza en nuestra región, con la salvedad de algunas empresas en poder de las multinacionales, bastante tiene con resolver la crisis en FADE e intentar no perder más empleo en sus plantillas, de ahí que a la hora de la verdad su apoyo a la universidad sea testimonial a base de algunas becas y ayudas colaterales.
Quizás sea por la tensa situación que vive la sociedad pero me da la impresión de que el Ejecutivo asturiano no tiene buen rollo con el equipo rectoral y viceversa y eso que la consejera de Educación, Cultura y Deportes -¿Habrá ido alguna vez a un partido de fútbol?- Ana González es de las más efectivas del gobierno autonómico junto con su compañera de Hacienda Dolores Carcedo. Es una persona sensata y rodada no en balde ejerció como jefa de gabinete cuando Bibiana Aido era ministra en uno de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. Hoy la vi en los informativos de la TPA mostrando su disconformidad con la Ley Wert pero siendo tajante al manifestar que si no prospera el recurso del gobierno del Principado contra la misma la acatará; nada, pues, de rupturas, a la catalana.
Vicente Gotor está ya en su segundo y último mandato como rector y aguantará el tipo hasta el final pero hacer frente a una institución docente como la que nos ocupa con centros universitarios en cinco lugares de Oviedo, en Gijón, en Mieres… hace imposible poder gobernar este barco educativo cuyas titulaciones no irán a más, si no a menos. Ya se que cuesta mucho, especialmente a los políticos de cuño antiguo, optimizar los recursos y administrar la pobreza, de ahí que no me sorprenda las declaraciones del delegado de Gobierno e ingeniero de minas Gabino de Lorenzo defendiendo la continuidad de la Escuela Superior en la que estudió en Oviedo y, por tanto, oponiéndose a su traslado al apenas utilizado campus de Mieres. Como ovetense siento que le sale del corazón pero la responsabilidad de un dirigente es la de aplicar lo mejor a la sociedad que representa y lo de la Escuela Superior de Ingenieros de Minas en la calle de Independencia ya no tiene defensa. El edificio está que se cae, la Universidad no dispone de cantidad alguna para su conservación y solo la comodidad de su profesorado hace que no se lleve a cabo el lógico traslado.
Nuestra universidad está triste, aunque no sola, como Fonseca, según la popular canción, pero soy pesimista sobre el futuro inmediato y ya saben quienes, en definitiva, van a pagar los platos rotos: los estudiantes.