El Papa no es de derechas

 

En una reciente entrevista, el Papa se ha mostrado tajante: “Nunca he sido de derechas”.

Es esta una afirmación que sorprende en quien encarna la jefatura de la Iglesia católica, que, por definición, está abierta a todo el mundo, incluyendo a los de derechas, a los de izquierdas y a los de cualquier otra tendencia política.

Poner énfasis en que no se es de derechas puede generar rechazo, máxime teniendo en cuenta que la mayor proporción de católicos, según las estadísticas al uso, se da entre aquellos a quienes se presume que son de derechas.

¿Es pecado ser de derechas?, ¿es malo?, ¿es inconfesable?, ¿qué es ser de derechas?

Aunque en la actualidad ser de derechas o de izquierdas tiene un sesgo determinado -más desacreditado, quizá, en el primer caso, por identificarse la derecha con la burguesía y la gente de fortuna-, en realidad ambas expresiones surgen en un contexto histórico que nada tiene que ver con su equivalente actual.

Es la Revolución Francesa la que da origen a estos términos para diferenciar a los diputados que dentro de la Asamblea Nacional eran partidarios del Rey, que se agrupaban a la derecha, y los de la revolución, que se situaban a la izquierda.

A partir de esa circunstancia, los términos derecha e izquierda se asocian a quienes son partidarios del mantenimiento del orden vigente y a quienes prefieren que ese orden sea modificado. Dicho de otra manera, los de derechas serían los conservadores y los de izquierdas los progresistas.

Posteriormente, la derecha fue identificándose con el capitalismo y la libre iniciativa privada, y la izquierda con el socialismo y la intervención estatal. La derecha sería liberal y la izquierda intervencionista.

Desde nuestro punto de vista, lo importante no es ser de derechas o de izquierdas, sino ser demócrata, comprometido con el estado de derecho, con el imperio de la ley y con los principios que informan nuestra Constitución.  Es oportuno recordar las palabras pronunciadas por Kennedy en su discurso de toma de posesión el 20 de enero de 1961, cuando afirmaba que un buen ciudadano no puede estar preguntándose sistemáticamente lo que su país puede hacer por él, sino lo que él puede hacer por su país.

Viene muy a cuento también invocar a Ortega y Gasset cuando en “La rebelión de las masas” -quizá su obra más famosa- escribía que “ser de la izquierda es como ser de la derecha, una de las infinitas maneras de que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”.

Haría bien el Papa, al que sin duda hay que reconocer muy buenas intenciones, en medir las palabras, no ser tan demagógico, para no caer en la hemiplejía moral que denunciaba Ortega y mantener así el control de todo el cuerpo.

 



Dejar un comentario

captcha