¿El poder enloquece? (A propósito de las declaraciones del Sr. Moliner)

 

Cuando el Sr. Moliner asentó sus posaderas sobre el Divariano sillón presidencial del Consejo General del Poder Judicial y, por extensión, del Tribunal Supremo, todos pensamos que algo iba a cambiar.

Nada más lejos de la realidad, ni nada nuevo bajo el sol. Ya afirmaba Herodoto que “Dad el poder al hombre más virtuoso, que pronto lo veréis cambiar de actitud”.

Para el Sr. Moliner viajar en clase turista no proyecta la mejor imagen para quien preside los órganos referidos.

El Sr. Moliner confunde imagen, prestigio y dignidad, con boato, ornato y exclusividad. Vivimos en un mundo de apariencias.

Lo sorprendente es que el Sr. Moliner, exteriorice esas opiniones desde el mismo puesto desde el que su predecesor fue obligado a dimitir por sus presuntos excesos presupuestarios. Difícil de entender.

No hay asociación de jueces que no haya manifestado su descontento con las desafortunadas palabras del Sr. Moliner.

En un momento económico crítico, las instituciones deben dar ejemplo de austeridad a la ciudadanía. En un momento en que el Gobierno exige grandes sacrificios al pueblo, es inadmisible que los cargos públicos no ajusten sus hábitos de vida a la situación económica.

¿Qué clase de justicia pueden impartir esta clase de jueces?

¿Puede residenciar el sistema la última palabra judicial en una persona que es capaz de pensar así?

¿Ante este panorama no están legitimados los ciudadanos para clamar: ¡ni respeto, ni comparto!.

¿Será capaz el Sr. Moliner de excusarse por sus desafortunadas palabras al oír el clamor ciudadano de rechazo a tan extravagante expresión de vanidad y egolatrismo?.

Yendo a cuestiones más triviales, ¿contará el Sr. Moliner con un cuarto de baño privado para preservar sus reales posaderas del contacto con los vulgares inodoros de sus colegas?.

¿Aportará tal singularidad mayor valor a sus decisiones?.

El Sr. Moliner ha recuperado –quizá sin saberlo- el significado originario del término “prestigio”, referido a pomposidad y tomado como muestra de mal gusto, de soberbia. De hecho, la raíz latina de la palabra significa engaño, truco.

En cualquier caso, ¿qué impide al Sr. Moliner viajar en business class?. Páguelo de su bolsillo.

Quizá mientras viaja podría aprovechar para penetrar en los secretos de la imagología y descubrir así que “Cada persona forja su propia grandeza. Los enanos permanecerán enanos aunque se suban a los Alpes”.

 



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