Santander.- Linda Greensmith, del Instituto de Neurología del University College London, ha participado con una conferencia sobre la esclerosis amiotrófica lateral (ELA) en el transcurso de la XIII International School of Pharmacology 'Teófilo Hernando'. Greensmith ha explicado que los avances registrados en los últimos años en el estudio de la ELA, una enfermedad degenerativa que daña selectivamente las neuronas motoras y produce una parálisis progresiva, han permitido formarse una nueva idea de este proceso y trazar líneas de ensayo que lleven a un tratamiento eficaz.
Sobre la enfermedad, Greensmith ha detallado que "la mayor incidencia se encuentra entre los 50 y 70 años, con un aumento de dos enfermos por año cada 100.000 personas". "En la ELA –ha añadido-, la pérdida incesante de motoneuronas provoca una debilidad y una atrofia muscular progresiva y con pronóstico letal". ¿Sus síntomas? Fragilidad, dificultad para mantener rígida la cabeza o complicaciones en la respiración.
Sin embargo, esta enfermedad mantiene inalteradas las funciones cerebrales no vinculadas a la actividad motora como el tacto, gusto, vista, olfato, oído e incluso las relaciones sexuales. Debido a la enfermedad, más del 50% de los pacientes sufren cambio cognitivos y de personalidad.
Desde que en 1869 la describiera por primera vez Martin Charcot, neurólogo francés, profesor de anatomía patológica, titular de la cátedra de enfermedades del sistema nervioso, se sigue sin identificar las causas de la esclerosis lateral amiotrófica y, lo que es más grave, no existe aún un tratamiento eficaz para detener su curso.
En la mayoría de los casos, la ELA se presenta de forma esporádica. En referencia a la genética, Greensmith ha destacado que "sólo el 10% de los pacientes cuentan con un antecedente familiar". No existen factores de riesgo conocidos de tipo ambiental, profesional, geográfico, alimentario o cultural que puedan asociarse a la enfermedad. Sin embargo, rompiendo esta norma, ha explicado el caso excepcional de la isla de Guam, "donde se da de forma endémica, probablemente a causa de una toxina presente en la alimentación". Asimismo, ha dicho, "se desconoce qué factores ambientales son los causantes de que se haya duplicado el riesgo de padecer ELA entre antiguos soldados norteamericanos que participaron en la guerra del Golfo".