"El 15-M fue una confederación de movimientos locales"

"El 15-M fue una confederación de movimientos locales"

Un seminario de la Universidad de Deusto reúne diversas visiones sobre las dinámicas sociales del movimiento tras la publicación del informe elaborado por el centro de Ética Aplicada, en colaboración con la Dirección de Juventud

 

La emoción como motor del cambio, la sensación que tuvieron los participantes del movimiento 15-M de estar cambiando el mundo, las sospechas mutuas surgidas entre el colectivo y los movimientos sociales tradicionales como las ONG o la influencia de las redes sociales, con su estructura horizontal y colaborativa, en su ideario han sido algunos de los puntos debatidos hoy en un acto organizado por la Universidad de Deusto. El Instituto de Derechos Humanos ha impulsado el seminario 'Dinámicas sociales en torno a las movilizaciones del 15-M', con la participación de Javier Arellano, investigador del centro de Ética Aplicada de la Universidad y uno de los autores del informe sobre el movimiento en Bilbao, realizado en colaboración con la Dirección de Juventud del Gobierno Vasco;  María Eugenia Rodríguez Palop, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid y Salvador Martí Puig, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca y miembro del CIDOB.

Arellano trasladó a los presentes, entre los cuales había varios integrantes del 15-M, la idea de que la emoción fue un motor fundamental para entender la magnitud de las movilizaciones: "Tenían la sensación de que se estaba cambiando el mundo en ese momento. Para personas que habían estado activas en el ciberespacio, lo de participar en la calle y estar con la gente les dio un extra".

También ha destacado la importancia de la organización material de la movilización, que se convirtió en el "laboratorio" de gestión colaborativa e horizontal que dio forma a su ideario, siguiendo la consigna "el que tenga una idea que la haga". Además, ha agregado que cuando se les fue pidiendo que pusieran sobre la mesa sus propuestas, el entusiasmo por el método participativo fue "decayendo por los límites de la dinámica" y que "el pluralismo inicial de las acampadas se decantó hacia un movimiento alterglobalizador".

Arellano ha incidido en que, si bien los movimientos sociales de las últimas décadas se centraban más bien en segmentos concretos, como las cuestiones de género, el ecologismo, los derechos Humanos o la solidaridad, el aumento de la desigualdad puede estar propiciando un regreso de la "fractura entre capital y trabajo" al centro de la acción colectiva, aunque esto debería ser investigado con mayor profundidad. También añadió que la brecha entre nacionalistas y no nacionalistas se hizo notar, debido a que el mundo abertzale siempre mantuvo sus distancias con un movimiento con epicentro en Madrid.

 

Martí Puig, por su parte, ha relatado como él ejerció más bien de "turista militante" en las asambleas y acampadas del 15-M, viendo de cerca las de Salamanca, Madrid, Barcelona y Bilbao, cada una con sus particularidades: "El 15-M fue una confederación de movimientos locales, era muy diferente lo que había en cada sitio. Había vínculos que unían pero había cosas y sensibilidades muy diferentes".

Rodríguez Palop, que durante su intervención ha analizado algunas de las consignas popularizadas por el movimiento como el "no nos representan" o "no somos mercancía de políticos y banqueros", ha resaltado que en el trasfondo se encuentran, entre otras cosas, la exigencia de un poder político "que no estuviera sólo bajo el poder económico".

Uno de los integrantes del 15-M, en el turno de preguntas, mostró su recelo a que "los medios de comunicación y las grandes empresas conviertan el 15-M en una estética, haciendo desaparecer el discurso".

 

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