1. ATERRIZAJE EN LA PARADOJA ASTURIANA
Si alguien llegara a Asturias en 2025 sin contexto previo —desde un avión, desde un tren o, pongamos por caso, desde el espacio exterior— lo primero que sentiría no sería confusión, sino asombro. Asombro ante una tierra de una belleza física casi obscena: montañas que se levantan como murallas verdes, un mar que parece más viejo que Europa y ciudades que aún conservan el tamaño humano. Pero bastarían unas horas para comprender que bajo esa postal late una tensión profunda, un temblor constante.
Asturias en 2025 no es una región tranquila. Es una región en transición, y las transiciones nunca son cómodas. Es un territorio que celebra récords turísticos mientras sus trenes se averían; que legisla para atraer a los que se fueron mientras pierde jóvenes cada trimestre; que sueña con liderar la revolución verde europea mientras sus altos hornos dudan si seguir encendidos.
Este año no ha sido uno más. 2025 ha sido el año en que las costuras del modelo asturiano han quedado a la vista. No para romperse del todo, pero sí para obligar a una pregunta incómoda:
¿qué quiere ser Asturias cuando deje definitivamente de ser lo que fue?
Este informe no pretende enumerar hechos. Pretende contar una historia. La historia de una comunidad que avanza sin mapa, cargada de pasado, buscando futuro.
2. ECONOMÍA: RESISTIR NO ES POCO
2.1. El crecimiento que no se nota en la calle
Sobre el papel, Asturias ha resistido. Y en el contexto europeo de 2025, resistir ya es una victoria. El Producto Interior Bruto ha crecido en torno al 2%, una cifra modesta en términos absolutos, pero notable para una economía madura, envejecida y muy expuesta a la industria pesada.
Pero hay una trampa en los números: el crecimiento no se ha repartido por igual. Ha llegado desde el turismo, la construcción, los servicios. Ha esquivado —más que impulsado— a la industria. Y por eso, aunque las cifras macroeconómicas sonríen, la percepción social es mucho más prudente.
Asturias crece, sí.
Pero no crece como querría.
Ni donde más lo necesita.
2.2. El empleo: la herida que no cierra
El mercado laboral ha sido el espejo más cruel del año. Incluso en verano, cuando el turismo empuja, el paro subió. Más inquietante aún fue la pérdida de población activa: miles de personas dejaron de buscar trabajo o directamente se marcharon.
Y luego está el dato que pesa como una losa moral:
cuatro de cada diez jóvenes asturianos que quieren trabajar no pueden hacerlo.
No es solo una estadística. Es una sangría silenciosa. Cada joven que se va es una inversión perdida, una familia rota a distancia, un futuro que se traslada a otra comunidad.
Asturias no puede permitirse el lujo de acostumbrarse a esto.
2.3. El presupuesto récord: la política como dique
Ante este escenario, el Gobierno del Principado apostó fuerte: el mayor presupuesto de su historia. Más de 6.600 millones de euros como declaración política: sostener, proteger, intervenir.
Vivienda, juventud, salud mental, políticas sociales.
El mensaje fue claro: si el mercado no corrige, lo hará lo público.
El reto no ha sido aprobar el presupuesto, sino ejecutarlo bien, en una administración que a menudo avanza más despacio que las urgencias sociales que pretende resolver.
3. INDUSTRIA: EL SUEÑO VERDE SE DESPIERTA A MEDIAS
Si hay un lugar donde Asturias se juega su identidad, es aquí.
3.1. ArcelorMittal: cuando el futuro se pone en pausa
La decisión de congelar el proyecto de DRI en Gijón fue el golpe más duro del año. No solo por lo que supone económicamente, sino por lo que simboliza: la transición verde no es inevitable si no es rentable.
El acero verde era la promesa.
El hidrógeno, el camino.
Pero los costes, la competencia desleal y la falta de protección europea frenaron el impulso.
El nuevo horno eléctrico avanza, sí.
Pero sin DRI, Asturias deja de ser cabecera industrial para convertirse en planta secundaria.
Y eso duele. Mucho.
3.2. Hidrógeno: del relato al realismo
El gran hub del hidrógeno prometido no arrancó.
No por falta de voluntad política, sino por falta de certezas económicas.
Sin clientes claros, sin infraestructuras maduras, sin precios competitivos, la revolución se aplazó. Y cada aplazamiento erosiona la credibilidad del relato.
3.3. El contrapunto: el orgullo naval
Mientras tanto, en silencio, los astilleros asturianos hicieron lo que mejor saben: trabajar bien.
Gondán y Armón cerraron contratos, aseguraron empleo, demostraron que la especialización y la excelencia siguen siendo una vía real de futuro. No es industria masiva, pero es industria inteligente.
4. MOVILIDAD: EL AÑO DEL CABREO
El tren fue protagonista… para mal.
La alta velocidad llegó llena de promesas y se pasó el año averiándose. Trenes llenos, sí. Pero trenes que fallan, que se paran, que desesperan.
Y mientras tanto, las cercanías se hundieron. Cancelaciones, retrasos, material obsoleto. El día a día de miles de personas se convirtió en una carrera de obstáculos.
Asturias quería estar conectada al siglo XXI.
Pero en 2025, viajar fue una prueba de paciencia.
5. CIUDADES: OBRAS, PULSOS Y DECISIONES DIFÍCILES
Oviedo desbloqueó La Vega. Gijón discutió su modelo viario. Avilés siguió cosiendo su ría al casco histórico.
Tres ciudades, tres ritmos, una misma pregunta:
¿cómo crecer sin perderse?
Las decisiones urbanas de 2025 no tendrán efectos inmediatos, pero marcarán la Asturias de las próximas décadas.
6. DEMOGRAFÍA: LUCHAR CONTRA EL INVIERNO
Asturias dejó de lamentarse y empezó a legislar. La Ley de Impulso Demográfico y el Plan Retorna no son milagros, pero sí un cambio de actitud.
Por primera vez en mucho tiempo, la región asumió que el problema no es coyuntural, sino estructural. Que sin gente no hay economía. Que sin jóvenes no hay mañana.
7. TURISMO: ÉXITO Y VÉRTIGO
Nunca vinieron tantos.
Nunca se notó tanto.
Asturias batió récords turísticos… y empezó a sufrirlos. Masificación, saturación, tensión vecinal. El paraíso descubrió que también puede morir de éxito.
El debate ya no es si crecer, sino cómo y hasta dónde.
8. CULTURA, DEPORTE Y EMOCIÓN
Hubo premios, festivales, ferias. Hubo orgullo.
Hubo lágrimas deportivas. Hubo derrotas que dolieron más de lo esperado.
Porque el deporte, la cultura y las despedidas son el termómetro emocional de un pueblo. Y en 2025, Asturias sintió mucho.
9. UNA REGIÓN EN DISPUTA CONSIGO MISMA
Asturias no está perdida.
Pero tampoco está resuelta.
Es una tierra que resiste, que duda, que se reinventa a trompicones. Una región consciente de que su pasado ya no basta, pero que aún no termina de confiar en su futuro.
Para quien llegue de fuera, Asturias en 2025 es un lugar extraordinario para vivir.
Para quien vive dentro, es una batalla diaria por no quedarse atrás.
Este informe no cierra una historia.
La deja abierta.
Y eso, quizá, sea la mejor definición de Asturias hoy.
