Brigitte Bardot ha muerto a los 91 años. Con su fallecimiento se apaga una de las figuras más influyentes del cine europeo del siglo XX y uno de los grandes iconos culturales de la Francia contemporánea. La noticia ha sido confirmada por la Fundación Brigitte Bardot, que anunció “con inmensa tristeza” la muerte de su fundadora y presidenta, sin precisar el lugar ni la fecha exacta del fallecimiento.
Bardot no fue solo una actriz. Fue un fenómeno social, una ruptura estética y una forma completamente nueva de entender la libertad femenina en la gran pantalla. En los años cincuenta y sesenta, su imagen recorrió el mundo y marcó a generaciones enteras con una sensualidad natural, alejada del artificio, que resultó tan fascinante como incómoda para la moral de su tiempo.
La mujer que lo cambió todo… y se fue
Su salto definitivo a la fama llegó con Y Dios creó a la mujer (1956), una película que sacudió los cimientos del cine europeo y la convirtió en un mito instantáneo. A partir de ahí, Brigitte Bardot encadenó cerca de medio centenar de películas, colaboró con algunos de los grandes nombres del cine francés y dejó una huella imborrable en títulos como El desprecio.
Pero en el momento más alto de su carrera, tomó una decisión que la diferenció para siempre del resto de estrellas: abandonó el cine. A mediados de los años setenta, Bardot se retiró de la vida pública y dio un giro radical a su existencia, alejándose de los focos para entregarse por completo a otra causa.
De mito cinematográfico a activista incansable
Desde 1986, su nombre quedó ligado de manera inseparable a la defensa de los animales, con la creación de la Fundación Brigitte Bardot. Durante décadas, volcó su energía y su fama en denunciar el maltrato animal y promover leyes de protección, convirtiéndose en una de las voces más reconocibles del activismo animalista en Europa.
En sus últimos años, vivía retirada en el sur de Francia, entre su emblemática residencia de La Madrague y una segunda casa rodeada de naturaleza, donde convivía con numerosos animales. En una de sus últimas entrevistas, confesó su deseo de encontrar en la muerte la paz que nunca sintió plenamente en vida, y expresó su voluntad de ser enterrada junto a ellos.
Una figura admirada… y polémica
El legado de Brigitte Bardot no está exento de controversia. En las últimas décadas protagonizó duras polémicas por sus declaraciones sobre política, inmigración o la caza, algunas de las cuales le valieron condenas judiciales en Francia. Ella misma defendió siempre su derecho a incomodar y a no plegarse al pensamiento dominante.
Esa mezcla de magnetismo, radicalidad y contradicción forma parte inseparable de su figura pública. Bardot nunca quiso caer bien: quiso ser libre, incluso cuando esa libertad resultaba incómoda.
Un icono nacional
En Francia, su figura es comparable a la de los grandes símbolos nacionales. Más allá del cine, su vida, sus decisiones, sus amores y sus rupturas influyeron durante décadas en la conversación pública del país. Fue mito, mujer, leyenda y exilio voluntario.
Con su muerte, desaparece Brigitte Bardot, pero permanece BB, el icono que rompió moldes, deslumbró al mundo… y decidió marcharse antes de que el mundo la devorara.
