El Gordo que no existe: Villamanín negocia cómo pagar cuatro millones que no se pueden cobrar (y hay asturianos afectados)

El Gordo que no existe: Villamanín negocia cómo pagar cuatro millones que no se pueden cobrar (y hay asturianos afectados)

La alegría duró lo que tarda un pueblo en hacer cuentas. Villamanín celebró el Gordo… y, horas después, descubrió que hay 50 participaciones premiadas que no tienen respaldo en décimos reales. Traducido: faltan cuatro millones de euros. Traducido mejor: del brindis a la tensión máxima en un parpadeo.

El número 79.432 sí fue agraciado con el Gordo de la Lotería de Navidad. El problema no está en el sorteo, sino en la venta de participaciones por parte de la comisión de fiestas del municipio leonés. Un talonario completo —50 papeletas— no fue validado a tiempo ante la administración, de modo que no existen los diez décimos que deberían sostener ese premio. Resultado: esas papeletas son “papel mojado” para la Administración.

Cómo se llegó al agujero

La operativa era la habitual en miles de pueblos: participaciones de 5 euros (4 jugados y 1 de donativo). Con el Gordo, cada papeleta equivaldría a 80.000 euros. El descuadre asciende así a 4.000.000 €, el premio íntegro de una serie (diez décimos).

La comisión compró el número en una administración cercana y lo fraccionó para facilitar la venta en bares, comercios y fiestas populares. El fallo: un talonario vendido sin quedar consignado con sus décimos correspondientes. Cuando se conoció el premio, ya era tarde para regularizarlo.

Aquí conviene subrayar una clave legal que lo explica todo: Loterías y Apuestas del Estado no paga participaciones, paga décimos oficiales. Las participaciones son un documento privado; quien responde es quien las emite. En este caso, la comisión de fiestas.

La reunión de la crispación

Con el pueblo lleno y los ánimos encendidos, la comisión convocó una reunión urgente que se prolongó durante horas. El mensaje fue claro: no hubo fraude, sino un error humano. Pero el dinero faltaba igual.

Sobre la mesa se puso una salida tan pragmática como dolorosa: repartir el golpe para que nadie se quede a cero. La propuesta —que ha ido ajustándose— pasa por cubrir aproximadamente la mitad del agujero con recursos de la propia comisión (renunciando a su premio) y prorratear el resto entre todos los agraciados, aplicando una quita por papeleta. La lógica es cruda: cobrar casi todo ahora o arriesgarse a años de pleitos.

¿Quién paga, entonces?

Hoy la respuesta es incómoda pero nítida:

  • La Administración no paga lo que no está respaldado por décimos.

  • La obligación de pago de las participaciones recae en quien las vendió.

  • La única vía “sin quitas” sería judicial, con tiempos largos e incertidumbre.

Por eso la salida pactada —si cuaja— es un acuerdo privado para completar los cuatro millones entre la comisión y los premiados. Un pacto frágil, condicionado a la aceptación general y a que quede bien documentado.

Por qué también afecta a Asturias

Villamanín es paso natural del puerto de Pajares. Las participaciones circularon fuera del municipio, en locales y celebraciones, y hay asturianos entre los afectados. Precisamente esa dispersión complica el cierre: no existe un censo perfecto de compradores.

El estado de la situación

A día de hoy, no hay una solución limpia. Hay una propuesta para salvar el cobro, pero también reticencias a asumir una quita. Dos relojes corren a la vez: el del dinero (cerrar un reparto cuanto antes) y el del conflicto (si alguien rompe el pacto, decide un juzgado).

El Gordo tocó. El premio, no. Y ahora Villamanín intenta convertir un error administrativo en una salida colectiva que evite que la ilusión acabe en una batalla judicial.

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