El efecto AVE: Asturias gana millones con el turismo, pero paga el precio en vivienda y equilibrio social

El efecto AVE: Asturias gana millones con el turismo, pero paga el precio en vivienda y equilibrio social

El nuevo tren de alta velocidad ha transformado la economía del Principado, impulsando el turismo hasta niveles récord. Sin embargo, la otra cara del boom son los precios disparados de la vivienda, la pérdida de alquileres residenciales y una dependencia creciente del turismo como motor económico.

 

Un boom sin precedentes

Desde la llegada del AVE a finales de 2023, Asturias vive una auténtica revolución. El viaje Madrid–Oviedo se reduce a poco más de tres horas y, de repente, lo que antes era una escapada difícil se ha convertido en un destino rápido, cómodo y asequible.

El impacto es inmediato: el número de visitantes se ha disparado. En 2022 llegaron unos 2,4 millones de turistas; en 2024 ya se superan los 2,8 millones. Las pernoctaciones han crecido en paralelo, pasando de algo más de seis millones a casi siete.

El gasto turístico total roza los 1.400 millones de euros anuales, con un incremento estimado de 100 a 150 millones respecto a hace dos años. Solo el año pasado, el turismo supuso ya el 11% del Valor Añadido Bruto de Asturias y más del 13% del empleo regional.

En Gijón, por ejemplo, el turismo genera más de 520 millones de euros de gasto y más de 10.000 empleos directos e indirectos. Y en toda la región, el sector sostiene cerca de 3.000 nuevos puestos de trabajo vinculados al impulso de la alta velocidad.

El tren que cambió las reglas

El Gobierno calcula que la Variante de Pajares —la infraestructura que permite la conexión de alta velocidad con la Meseta— atraerá 1,25 millones de pasajeros al año, un 42% más que antes de su apertura.

Esa cifra no significa que todos sean turistas nuevos, pero sí que el flujo de visitantes ha crecido de manera sostenida gracias a la facilidad del transporte. En términos económicos, se traduce en decenas de millones de euros adicionales en hostelería, restauración, transporte, cultura y comercio local.

El AVE no solo ha traído más visitantes: ha cambiado la percepción de Asturias. Lo que antes era un viaje “largo y bonito”, ahora es un destino habitual de fin de semana, de escapadas rápidas o de teletrabajo temporal. En definitiva, Asturias se ha puesto al alcance de todos.

Los beneficios son claros…

El saldo, sobre el papel, es netamente positivo. Más turistas significan más consumo, más empleo y más actividad en los pueblos y ciudades.

Los hoteles y las casas rurales han batido récords de ocupación, especialmente en verano y Semana Santa. Los restaurantes trabajan con lista de espera. Los pequeños productores del medio rural han visto aumentar sus ventas, y el turismo interior ha cobrado fuerza en comarcas antes olvidadas.

La llegada de visitantes extranjeros, todavía minoritaria, crece también con fuerza, impulsada por el boca a boca y por una imagen que vende autenticidad, paisajes vírgenes y calidad de vida.

El resultado: más dinero circulando por Asturias, y una sensación generalizada de oportunidad. El AVE ha conectado la región con el resto de España y ha devuelto confianza a un territorio que durante años vivió a la sombra de su pasado industrial.

…pero el precio empieza a notarse

Sin embargo, el auge turístico tiene su factura, y cada vez pesa más. El primer síntoma visible es el de la vivienda.

En 2024, los precios subieron en Asturias un 7% de media, la mayor subida en casi dos décadas. En Oviedo y Gijón las subidas fueron de dos dígitos, y en concejos turísticos como Llanes, Cangas de Onís o Ribadesella los precios se han disparado más de un 30% en apenas tres años.

El metro cuadrado supera ya los 2.000 euros en las zonas costeras más demandadas. La vivienda de segunda residencia y los pisos turísticos están empujando hacia arriba el mercado, y lo que antes era “barato” para los visitantes se está volviendo inaccesible para los residentes.

En el alquiler ocurre lo mismo: los precios rondan ya los 10 euros por metro cuadrado en las ciudades y suben sin freno en la costa. Miles de viviendas se han pasado al alquiler vacacional: se estima que Asturias ha perdido cerca de 6.000 viviendas residenciales en un solo año por el trasvase hacia el turismo.

El riesgo de depender del visitante

La otra cara del éxito es la dependencia económica del turismo. Asturias, que durante años presumió de un modelo productivo más equilibrado que el de otras regiones, se encamina ahora hacia un modelo donde la temporada turística puede marcar el pulso de toda la economía.

Los empleos que genera el turismo son abundantes, pero a menudo temporales, mal pagados y con horarios irregulares. El sector hostelero se enfrenta a un fenómeno paradójico: falta mano de obra estable pese al aumento del negocio.

Además, el boom turístico trae presión ambiental y tensión social. En verano, algunas playas y pueblos quedan saturados, los precios de los servicios básicos suben y los vecinos sienten que pierden su espacio frente al visitante.

El peligro no está en el turismo en sí, sino en no saber dónde poner el límite. Las advertencias ya se escuchan en voz baja: “que no nos pase como a Baleares”.

Un nuevo equilibrio por conquistar

El reto de Asturias es encontrar el punto justo entre aprovechar la riqueza del turismo y preservar la calidad de vida de quienes viven aquí todo el año.

El Principado trabaja en nuevas regulaciones para limitar las viviendas de uso turístico y evitar que el mercado residencial siga tensionándose. También se barajan incentivos fiscales para quienes alquilen de forma permanente y nuevos planes de vivienda pública, aunque aún a un ritmo insuficiente.

Al mismo tiempo, el Plan de Sostenibilidad Turística busca repartir mejor el flujo de visitantes, atraer turismo desestacionalizado y reforzar el modelo de “Asturias natural”, sin caer en el turismo masivo.

En resumen: dinero sí, pero con cuidado

El turismo deja a Asturias más de 1.300 millones de euros al año, genera miles de empleos y reactiva sectores que estaban dormidos. Solo el impulso derivado del AVE puede estar aportando entre 50 y 70 millones de euros anuales adicionales a la economía regional.

Pero esa riqueza tiene sus sombras: vivienda encarecida, alquiler inaccesible y riesgo de desequilibrio social.

Asturias está viviendo una etapa dorada, pero frágil. El AVE ha abierto la puerta a un futuro de prosperidad… siempre que sepamos no convertir el paraíso en un escaparate.

El desafío no es frenar el turismo, sino hacerlo sostenible. Que vengan muchos, sí. Pero que seguir viviendo aquí no se convierta en un lujo.

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