El vecino de La Degollada (parroquia de La Montaña) perdió la vida tras caer al agua en el Cabo del Cuerno, entre las playas de Barayo y Sabugo. El helicóptero del SEPA y la UVI de Jarrio solo pudieron recuperar su cuerpo sin vida.
Tragedia en Valdés. Un hombre de 77 años, ganadero jubilado y apasionado de la pesca, perdió la vida este sábado tras caer al mar mientras pescaba en uno de los tramos más abruptos y bellos de la costa asturiana: el entorno del Cabo del Cuerno, entre las playas de Barayo y Sabugo, en el occidente del Principado.
El fallecido, F. M. G. Á., era vecino del pequeño núcleo de La Degollada, en la parroquia de La Montaña (Valdés). En el pueblo lo definen como “un gran vecino” y recuerdan que, aunque su vida profesional estuvo siempre ligada al campo y al ganado, sentía auténtica devoción por el mar. Esa doble identidad —hombre de vacas tierra adentro y pescador empedernido en la costa— es la que hoy se recuerda con tristeza en la zona.
Un hombre de campo que vivía “entregado” al mar
Quienes lo conocían bien cuentan que había heredado la ganadería de sus padres en la localidad valdesana y que durante décadas su día a día fueron las vacas, las fincas y la rutina del campo. Pero, en cuanto podía, se escapaba a pescar.
Empezó como pescador de río, y llegó a tener incluso una lancha en el embalse de Arbón, en el límite entre los concejos de Villayón y Coaña, donde pasó innumerables jornadas con amigos y familiares. Con la jubilación, esa afición se convirtió casi en una segunda vida: cada vez era más habitual verlo preparar las cañas, consultar el estado de la mar y organizar salidas a la costa.
En La Degollada recuerdan que hablaba del Cantábrico con respeto y cariño, y que no se perdía una buena marea. Esa misma pasión por la pesca, paradójicamente, es la que ha terminado por costarle la vida.
El accidente: una caída al agua en una zona de acantilados
El suceso se produjo a media mañana del sábado, en torno a las 11.30 horas, cuando el Centro de Coordinación de Emergencias del Principado recibió una llamada de alerta. En ella se informaba de que un hombre estaba flotando en el agua tras sufrir una caída y que no podían sacarlo del mar.
La localización no dejaba lugar a dudas: Cabo del Cuerno, entre Barayo y Sabugo, un tramo de litoral escarpado con cortados que caen casi en vertical sobre el Cantábrico y accesos muy complicados. Se encuentra dentro del ámbito de la Reserva Natural Parcial de Barayo, un espacio protegido entre Navia y Valdés donde se encadenan acantilados, marismas, dunas y cuevas batidas por el oleaje.
Un operativo rápido… pero sin margen para salvarle
Tras la llamada, el Servicio de Emergencias del Principado activó de inmediato a los recursos de rescate. Intervinieron el Grupo de Rescate de Bomberos de Asturias a bordo del helicóptero medicalizado del SEPA, tres bomberos con base en Castropol, la Guardia Civil y el Servicio de Atención Médica Urgente, que movilizó la UVI móvil de Jarrio.
Según los datos facilitados por los servicios de emergencias, sobre las 12.10 horas el equipo de rescate consiguió recuperar el cuerpo del pescador del agua. Fue izado a la aeronave y trasladado hasta el aparcamiento de la playa de Otur, donde esperaba el dispositivo sanitario.
Una vez en tierra, los sanitarios solo pudieron certificar su fallecimiento. La Guardia Civil se hizo cargo de las diligencias y de los trámites previos al levantamiento del cadáver.
De momento no ha trascendido con exactitud qué ocurrió en el momento de la caída: si fue un resbalón en la roca, un golpe de mar o un mal paso en una zona especialmente expuesta. Los vecinos señalan que el terreno es muy irregular, con zonas mojadas y musgo, y que cualquier descuido, a cierta edad, puede ser letal.
Una costa tan bella como traicionera
El escenario del accidente no es un lugar cualquiera. La franja de costa comprendida entre Barayo, Sabugo y el entorno del Cabo Busto está catalogada como uno de los litorales más salvajes y espectaculares del occidente asturiano, con acantilados que en algunos tramos pueden superar los cien metros de altura y pedreros casi inaccesibles.
La Reserva Natural Parcial de Barayo está protegida precisamente por su valor ecológico y paisajístico: en la desembocadura del río Barayo se suceden marismas, dunas, acantilados, cañaverales y alisedas bien conservadas, refugio de especies como la nutria o el cormorán moñudo.
Esa belleza, sin embargo, convive con un riesgo evidente. No es la primera vez que los servicios de emergencia tienen que intervenir en la zona por accidentes de pescadores o senderistas. Los expertos insisten en la necesidad de extremar las precauciones: comprobar las mareas, evitar acercarse al borde de los cortados, no pescar solo y disponer siempre de un medio de comunicación operativo. Pero, aun con todas las cautelas, el riesgo nunca desaparece del todo.
Consternación en La Degollada: “Era un gran vecino, lo vamos a echar muchísimo de menos”
En La Degollada, el pequeño pueblo del interior de Valdés donde residía el fallecido, la noticia ha caído como un jarro de agua fría.
Los vecinos destacan su carácter trabajador y discreto, y subrayan que siempre estaba dispuesto a echar una mano: con el ganado, con algún recado o con lo que hiciera falta. Ahora, la sensación general es de vacío. “Lo vamos a echar mucho de menos en el pueblo”, repiten.
Muchos recuerdan la imagen cotidiana de este ganadero jubilado preparando el equipo de pesca, comentando el parte de la mar o compartiendo anécdotas de jornadas en el embalse de Arbón o en distintos pedreros de la costa valdesana. Su muerte, dicen, resume de la forma más cruel esa mezcla tan asturiana de vida de interior y pasión marinera.
Despedida en la parroquia de La Montaña
El funeral por el pescador se celebrará mañana lunes, a la una de la tarde, en la iglesia parroquial de San Salvador de Belén de la Montaña. La capilla ardiente permanecerá abierta durante la tarde de este domingo para que familiares, vecinos y amigos puedan despedirse de él.
Será, más que un adiós formal, un último homenaje de un pueblo entero a un hombre que dedicó su vida al campo, que encontró en la pesca su gran refugio y que ha muerto precisamente donde tanto le gustaba estar: frente al Cantábrico que tanto admiraba.
