La Fundación Corripio Alonso, creada por el magnate José Luis “Pepín” Corripio y su esposa Ana María Alonso, destina su fortuna a premiar la cultura, la ciencia y el emprendimiento en Villaviciosa, Cabranes y Piloña
Asturias vuelve a sentir el eco de sus hijos más universales. La familia Corripio, símbolo de esfuerzo y prosperidad en América, ha regresado para cerrar un círculo histórico: el de la emigración que no olvida. Lo ha hecho con la creación de la Fundación Corripio Alonso, presentada en el Teatro Riera de Villaviciosa, un proyecto que une poder económico, compromiso social y gratitud.
La iniciativa, encabezada por José Luis “Pepín” Corripio —el asturiano que levantó un imperio empresarial con más de 14.000 empleados en República Dominicana— y su esposa Ana María Alonso, nace con un propósito: “apoyar a los soñadores valientes que apuestan por una idea”.
Un gigante económico con raíces entre manzanos
El Grupo Corripio, nacido de un pequeño negocio de emigrantes de Cabranes y Villaviciosa, es hoy uno de los mayores conglomerados privados del Caribe. Con presencia en más de 50 empresas, el grupo domina sectores como la distribución comercial, la industria, la automoción, los envases, la cultura y los medios de comunicación. Controla diarios de referencia como El Nacional, Hoy y El Día, además de canales de televisión y radio.
Su historia es la de un ascenso que parece un guion cinematográfico: el padre de Pepín, Manuel Corripio García, abrió en Santo Domingo un modesto colmado con otros emigrantes asturianos. Su hijo transformó ese punto de partida en un emporio nacional. Hoy, el apellido Corripio es sinónimo de estabilidad y prosperidad en la República Dominicana.
Y sin embargo, como ha repetido el propio Pepín —nacido en Arroes (Villaviciosa) en 1934—, “el hombre más rico es el que más dinero tiene para hacer cosas útiles para el pueblo”. Esa filosofía, heredada de sus padres, es la que ha traído de nuevo a Asturias.
Un puente entre dos tierras
La Fundación Corripio Alonso tiene su sede en Oviedo (calle Uría 18, 3.º izquierda), pero su alma late entre Villaviciosa, Cabranes y Piloña, los tres concejos de donde partieron los abuelos y padres de la familia. Su propósito es ambicioso: devolver a Asturias parte de lo que América les dio, apoyando proyectos que mejoren la vida en la comunidad.
En palabras de Ana Corripio, vicepresidenta de la fundación, “nuestra familia tiene un vínculo indisoluble con esta tierra, lo que nos conmina a ser parte activa de su proceso de desarrollo. El éxito siempre tiene que reflejarse en la sociedad donde uno vive”.
La fundación ha establecido cuatro grandes categorías de premios anuales, con una dotación total estimada en 100.000 euros, que reconocerán iniciativas de excelencia en:
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Letras, Artes y Conservación del Patrimonio Histórico
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Ciencias Sociales, Comunicación y Humanidades
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Emprendimiento e Investigación Científica y Técnica
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Bienestar Social y Deporte
Los galardones distinguirán a personas, instituciones o equipos cuya labor contribuya al desarrollo cultural, social o económico de Asturias, con especial atención a los tres concejos de origen familiar. La primera convocatoria ya ha sido publicada, y las bases completas pueden consultarse en fundacioncorripioalonso.com.
Fundación con vocación de futuro
Lejos de ser una entidad simbólica, la fundación cuenta con estatutos inscritos oficialmente, patronato permanente y un régimen económico propio. Su duración es indefinida y sus ingresos proceden tanto del patrimonio de la familia Corripio como de futuras donaciones o colaboraciones.
En su estructura se contempla un Consejo Asesor para garantizar la transparencia y la participación en la selección de los proyectos. Además, el plan anual de actividades, la memoria y las cuentas se publicarán para asegurar un control público y riguroso.
La fundación, según su secretario general Andrés Álvarez Iglesias, “abre un nuevo tiempo de siembra”, aludiendo al discurso de Pepín Corripio cuando recibió el premio Asicom-Universidad de Oviedo. “Nuestros padres vivieron el tiempo de la siembra en República Dominicana; ahora, en Asturias, comienza de nuevo el tiempo de sembrar.”
El árbol de los tres mundos: robles, manzanos y palmeras
El alcalde de Villaviciosa, Alejandro Vega, definió con precisión lo que significa esta familia para Asturias: “Los Corripio son el fruto de tres árboles: los robles, símbolo de fuerza; los manzanos, símbolo de trabajo y cosecha; y las palmeras, símbolo de la tierra de acogida. Son la buena madera que da buenos frutos”.
Esa metáfora resume a la perfección lo que la Fundación Corripio Alonso representa: un gesto que une el pasado y el futuro, la raíz y la modernidad, el trabajo y la gratitud.
Un legado que trasciende generaciones
El patriarca Pepín Corripio, que a sus 91 años mantiene una lucidez y una humildad admirables, sigue siendo el referente de una saga familiar que combina disciplina, prudencia y filantropía. Su esposa, Ana María Alonso, nacida en Villabaxu (Piloña), ha sido el motor silencioso del proyecto. Sus hijos —Manuel, José Alfredo, Lucía y Ana— continúan la estela empresarial y social bajo una misma máxima: “el éxito no se canta en singular, se celebra en plural”.
El regreso del indiano moderno
Más que un acto de generosidad, la fundación supone el regreso simbólico de los nuevos indianos: aquellos que no vuelven con maletas, sino con herramientas para transformar. En un momento en que Asturias busca atraer talento y reactivar su economía rural y cultural, el gesto de los Corripio tiene un poder que va más allá de lo económico: reivindica el orgullo de origen y la capacidad de devolver.
La Fundación Corripio Alonso arranca con la promesa de convertir ese agradecimiento en acción. Si los asturianos de ayer cruzaron el Atlántico para sembrar futuro, ahora sus descendientes cruzan de vuelta para regarlo.
Porque, como recordó el poeta Alfonso Camín en los versos citados durante el acto:
“Si soy el roble con el viento en guerra,
¿cómo viví con la raíz ausente?
¿Cómo se puede florecer sin tierra?”
Los Corripio han respondido con hechos: floreciendo en su tierra.