“Me apuntaron con metralletas”: el relato del arzobispo de Oviedo tras un viaje a México marcado por el miedo

“Me apuntaron con metralletas”: el relato del arzobispo de Oviedo tras un viaje a México marcado por el miedo

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, compartió ayer un episodio inquietante vivido en su reciente viaje a México. Lo hizo en plena homilía por la festividad de los Santos Ángeles Custodios, patrones de la Policía Nacional, celebrada en Oviedo con presencia de autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Ante una iglesia abarrotada, Sanz habló de la labor de los agentes de seguridad como “ángeles que van de uniforme” y, para reforzar la idea, reveló la escena que —según sus propias palabras— todavía le mantiene “con el susto en el cuerpo”.

“Yendo a una de las comunidades más elevadas en la montaña, fui detenido por un grupo de encapuchados que me apuntaron con sus metralletas, hasta que les expliqué quién era y a dónde iba y me perdonaron, dejándome continuar. El susto lo tengo todavía en el cuerpo”, confesó el prelado, visiblemente emocionado.

Una misión en tierras peligrosas

Sanz Montes se encontraba en México en el marco de la misión que el Arzobispado de Oviedo impulsa junto a la asociación Unión Lumen Dei, con la que mantiene colaboración desde hace años. La propia diócesis había informado de la visita pastoral, destinada a apoyar comunidades en entornos rurales de montaña, zonas que el propio arzobispo describió como de “inmensa violencia”.

El prelado no ofreció detalles sobre el lugar exacto ni sobre quiénes eran los encapuchados que le interceptaron. En México, los retenes armados en áreas de difícil acceso pueden ser obra de grupos criminales, de autodefensas comunitarias o incluso de facciones paramilitares, lo que añade incertidumbre al testimonio. Por el momento, no consta parte oficial de autoridades mexicanas o españolas que confirme lo ocurrido.

Oviedo: fe, seguridad y agradecimiento

De vuelta en Asturias, el arzobispo convirtió la anécdota en un argumento de fondo: valorar la seguridad en España y el trabajo de la Policía.

“A pesar de tantos pesares y con todas las dificultades que sabemos que tenemos, en muchos órdenes, sabes que hay una seguridad más que mínima”, subrayó, dirigiéndose a los agentes presentes.

Durante la misa, celebrada en el marco de los actos oficiales del Día de los Ángeles Custodios, Sanz Montes insistió en que la misión cristiana no es adorno piadoso, sino “reclamo”. Y añadió con tono cercano:

“Dios quiere que seamos ángeles, aunque llevemos gafas y no alas. Somos mensajeros de una palabra más grande que la que pronuncian nuestros labios”.

La liturgia se ofreció por los policías caídos en acto de servicio y por sus familias. La celebración congregó a representantes políticos, mandos militares y autoridades policiales, que escucharon con atención el relato del arzobispo.

Entre la anécdota y el símbolo

Más allá del impacto del episodio narrado, Sanz Montes buscó trasladar un mensaje de esperanza: que incluso en situaciones de miedo extremo, “Dios está al lado”, no para asustar, sino para “acompañar de forma dulce y discreta”.

La escena mexicana —que aún requiere de corroboración independiente— sirvió al prelado como puente entre la dureza del mundo real y la misión espiritual que defiende. En su relato convivieron la violencia de la montaña latinoamericana y la protección simbólica de los ángeles que, según su homilía, se encarnan también en quienes visten uniforme.

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