La cita gijonesa estrena 17 largometrajes llegados de Cannes, Berlín o Venecia y reivindica el papel del cine como herramienta educativa, con una programación en la que las directoras representan el 64% de los títulos.
El Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón (FICX) vuelve a levantar el telón de su sección más transversal y querida: Enfants Terribles, un programa concebido para acompañar a niños, niñas y adolescentes en un viaje cinematográfico que va de la infancia a la madurez. Desde su creación en 1997, esta sección ha atraído a más de 250.000 escolares y se ha consolidado como una auténtica herramienta pedagógica de alfabetización audiovisual.
En la edición de este año, Enfants Terribles despliega una ambiciosa selección de 17 películas, arropada por talleres, cinefórums, encuentros con cineastas y proyecciones especiales en asturiano, que consolidan su valor educativo y cultural. Y lo hace con un sello inequívoco: la mirada femenina domina la programación, ya que un 64% de los filmes seleccionados están dirigidos por mujeres, reafirmando el compromiso del festival con la diversidad y la igualdad de género en el Séptimo Arte.
Estrenos mundiales y cine de autor para los más jóvenes
La propuesta se abre con títulos destinados a todas las etapas educativas. Para los más pequeños, el festival ofrece joyas como La gran navidad de los animales, un delicado largometraje colectivo francés que celebra valores como la amistad y la diversidad; o The Lost Tiger, primera película de animación de la cineasta australiana Chantelle Murray, que combina aventuras familiares con una reflexión sobre identidad y trauma generacional.
La animación española brilla con luz propia gracias a Olivia y el terremoto invisible, el debut de Irene Iborra Rizo, primer largometraje en stop-motion dirigido por una mujer en España y premiado en Annecy.
Para el público preadolescente, nombres de prestigio como Fernando Eimbcke, con Olmo, o Julia Lemcke y Anna Koch, con Circusboy, exploran la autodefinición, la pertenencia y la memoria. A ellos se suma la británica Le Panache, donde un adolescente tartamudo encuentra en el teatro un refugio de libertad, o Future Council, un viaje ecológico a través de Europa protagonizado por un grupo de niños en busca de soluciones al cambio climático.
En el tramo juvenil, las historias se vuelven más audaces y crudas. La amistad y la rebeldía son el motor de títulos como Stereo Girls de Caroline Deruas, ambientada en la Francia de los 90, o Christy, debut del irlandés Brendan Canty, reconocido por el videoclip Take Me to Church. La identidad, la lucha contra el entorno y la búsqueda de voz propia también laten en películas como la belga Skiff, la singapurense Ameba —coproducida en España— o la española Ruido, que se adentra en el universo del freestyle.
Mucho más que ver cine: talleres y doblaje en asturiano
El programa no se limita a las salas. Enfants Terribles se expande en once encuentros con cineastas y talleres diseñados para abrir en canal los secretos del cine: desde la animación en stop-motion hasta la interpretación, pasando por oficios técnicos como fotografía, sonido o iluminación.
Uno de los momentos más singulares será el pase con doblaje en directo al asturiano, acompañado de un cinefórum que acercará al alumnado no solo a la técnica del doblaje, sino también al valor de la lengua asturiana como vehículo creativo.
Un cartel que dialoga con la imaginación
La identidad visual de esta edición corre a cargo del diseñador Marco Recuero, que ha creado un cartel minimalista, con líneas simples y formas geométricas, concebido como una microhistoria abierta a la imaginación de los espectadores más jóvenes. Animales marinos y un globo refuerzan la conexión entre el mar y la ciudad de Gijón.
Una apuesta que trasciende generaciones
Con apoyos de Europa Creativa, el ICAA y el Gobierno del Principado de Asturias, además de patrocinadores privados, Enfants Terribles se mantiene como uno de los grandes distintivos del FICX: un espacio donde el cine deja de ser mero entretenimiento para convertirse en experiencia vital y en herramienta de aprendizaje colectivo.
“Tratar al público joven con la misma inteligencia y sensibilidad que al adulto” es la máxima que inspira esta sección, que año tras año confirma que el cine de autor no tiene edad y que, en Gijón, se vive con la misma intensidad en las butacas escolares que en la alfombra roja.