La primera mujer en recibir el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica fallece a los 91 años, dejando un legado imborrable en la ciencia y la conservación
La etóloga británica Jane Goodall, considerada la mayor experta mundial en chimpancés, falleció ayer en California a los 91 años de edad por causas naturales, según confirmó el Instituto Jane Goodall en un comunicado oficial.
Goodall rompió barreras en la ciencia: en 2003 se convirtió en la primera mujer distinguida con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, un galardón que reconocía no solo su talla como investigadora, sino también su capacidad para conectar con el gran público y transmitir una nueva forma de mirar el mundo animal.
De Londres al corazón de África: una vida marcada por la curiosidad
Nacida el 3 de abril de 1934 en Londres, Goodall creció en Bournemouth, donde desde niña mostró fascinación por los animales. A los 23 años viajó a África para trabajar junto al antropólogo Louis Leakey, quien la impulsó a estudiar a los chimpancés salvajes de Gombe, en Tanzania. Lo que comenzó como un proyecto de seis meses se transformó en la investigación más larga jamás realizada sobre primates en libertad.
En 1965 obtuvo el doctorado en Etología por la Universidad de Cambridge gracias a sus hallazgos de campo, un logro excepcional para alguien que, hasta entonces, carecía de estudios universitarios formales.
Descubrimientos que cambiaron la ciencia
Durante más de seis décadas, Goodall documentó conductas que transformaron la comprensión del mundo animal:
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Los chimpancés fabrican y usan herramientas.
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Consumen carne, desmintiendo la idea de que eran únicamente vegetarianos.
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Tienen capacidad de aprender, transmitir conocimientos y desarrollar formas rudimentarias de cultura.
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Poseen emociones complejas: amor, celos, duelo, altruismo o violencia.
Estos descubrimientos obligaron a replantear el lugar del ser humano en la naturaleza y derribaron la frontera rígida entre “lo humano” y “lo animal”.
Más allá de la ciencia: activismo y legado
Goodall no se limitó a investigar, sino que dedicó su vida a la defensa del medio ambiente y los animales. En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, presente hoy en más de 30 países, y años después creó el programa educativo Raíces y Brotes, activo en más de un centenar de naciones e impulsado por jóvenes comprometidos con el planeta.
A lo largo de su carrera escribió más de veinte libros, entre ellos En la senda del hombre (1971), considerado una de las obras científicas más influyentes del siglo XX. Recibió doctorados honoris causa de 45 universidades, fue nombrada Dama del Imperio Británico, galardonada con la Medalla de Oro de la Unesco en 2006 y designada Mensajera de la Paz de la ONU en 2002.
Asturias y un mensaje que sigue vigente
Durante su visita a Oviedo en 2003, con motivo de los Premios Príncipe de Asturias, Goodall dejó un mensaje que sigue resonando dos décadas después:
“Hemos hecho un gran daño al medio ambiente. La mayor parte de las especies están desapareciendo; hemos contaminado el aire, la tierra y el mar. Pero en la mano de cada uno está la posibilidad de hacer cambios cada día”.
La directora de la Fundación Princesa, Teresa Sanjurjo, la recordó ayer como “una pionera en su campo” y como una mujer capaz de transmitir, sin perder rigor científico, “una mirada empática hacia el mundo animal que inspiró a generaciones enteras”.
Un legado que trasciende su partida
El fallecimiento de Jane Goodall deja un vacío inmenso, pero también un legado inmortal. Su voz en defensa de la naturaleza, su ejemplo de perseverancia y su convicción de que cada acción individual cuenta siguen siendo una guía imprescindible en un mundo amenazado por la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.
Con su partida, la ciencia pierde a una pionera y el planeta a una de sus defensoras más valientes. Pero las huellas de Jane Goodall, al igual que los pasos de los chimpancés de Gombe, seguirán marcando el camino de quienes buscan un futuro más justo y sostenible.