El Mirador Geológico de la Farrapona, en Somiedo, se ha convertido en un icono internacional para quienes buscan contemplar al oso pardo en su hábitat natural. Su construcción fue un hito arquitectónico y hoy es una de las ventanas más impresionantes a la biodiversidad de la Cordillera Cantábrica.
Asturias se ha consolidado en las últimas décadas como un santuario de naturaleza, un territorio donde la montaña, los bosques y los valles se entrelazan para dar cobijo a una de las joyas más emblemáticas de la fauna europea: el oso pardo cantábrico. Y hay un lugar que simboliza como pocos esa unión entre paisaje, ingeniería y conservación: el Mirador Geológico de la Farrapona, conocido popularmente como Mirador Lazo.
Situado en pleno Parque Natural de Somiedo, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 2000, este mirador no es solo una atalaya sobre el valle de Saliencia: es el punto de referencia para quienes viajan desde cualquier rincón del planeta con un sueño en mente, ver osos en libertad.
Asturias, epicentro mundial del oso pardo
En la Cordillera Cantábrica vive la mayor población de oso pardo del sur de Europa y la más accesible para la observación regulada. En Asturias se concentra la mayor parte de estos ejemplares, que se han recuperado de forma espectacular tras décadas de declive.
Hoy, gracias a la protección ambiental, a la implicación de entidades locales y a la promoción turística responsable, Asturias se ha convertido en un destino conocido en medio mundo por quienes aman el turismo de naturaleza. Desde Canadá hasta Japón, pasando por Francia, Alemania o Reino Unido, los aficionados a la observación de fauna saben que en Somiedo y en otros enclaves de la región tienen una oportunidad única: contemplar al oso pardo en su hábitat natural, sin jaulas ni artificios.
El Mirador de la Farrapona es, en este contexto, el símbolo de un nuevo ecoturismo asturiano, que atrae cada año a miles de visitantes, fotógrafos, documentalistas y científicos.
El reto arquitectónico: un lazo suspendido en el aire
El Mirador Lazo no solo impresiona por lo que muestra, sino por lo que es. La estructura metálica, ideada por el estudio Puerto & Sánchez Arquitectos y ejecutada por la firma IMECO (Industrial Metalúrgica Corés), es un auténtico desafío a la gravedad.
Fabricada en acero corten, se proyecta al vacío como una cinta que flota sobre el paisaje. Su montaje fue una hazaña: dos años de trabajos, con accesos a menudo cubiertos por nieve y una logística compleja que obligó a trasladar piezas en condiciones extremas. El resultado es un balcón espectacular, integrado en el entorno, que se ha convertido en un hito de la arquitectura contemporánea en espacios naturales.
Este mirador no es solo un lugar para asomarse: es un símbolo de cómo la ingeniería y el respeto al medio ambiente pueden trabajar de la mano para ofrecer experiencias únicas sin dañar el ecosistema.
Somiedo, el corazón de la vida salvaje
El Parque Natural de Somiedo, con casi 30.000 hectáreas, es un mosaico de paisajes que combina lagos glaciares, bosques de hayas, brañas tradicionales y majadas pastoriles. Pero su gran emblema es la fauna: aquí conviven lobos, urogallos, rebecos y una impresionante población de osos pardos que encuentra en sus montañas alimento, refugio y seguridad.
Los osos cantábricos se han convertido en el reclamo perfecto para quienes buscan un turismo diferente, responsable y emocionante. Cada primavera y cada otoño, cuando los plantígrados están más activos, se multiplican las visitas de turistas nacionales e internacionales que acuden con prismáticos y cámaras en busca de un instante irrepetible.
El Mirador de la Farrapona, con su forma de lazo y su privilegiada ubicación, es la postal perfecta para entender por qué Asturias es ya un referente mundial del turismo de fauna y conservación.
Un tesoro que medio mundo ya conoce
El nombre de Somiedo resuena en congresos internacionales de ecoturismo, en documentales de cadenas como la BBC o National Geographic y en guías especializadas en viajes de naturaleza. Muchos viajeros, antes de poner rumbo a África o Alaska en busca de grandes mamíferos, pasan primero por Asturias para descubrir que en el corazón de Europa también hay espacios donde la vida salvaje late con fuerza.
Hoy, el Mirador Geológico de la Farrapona es más que un mirador: es un símbolo de la Asturias natural, un reclamo que sitúa al Principado en el mapa global del turismo sostenible y una ventana abierta al futuro, donde la riqueza natural no solo se conserva, sino que se comparte con el mundo.
Asturias no solo tiene osos, tiene el mirador que medio planeta quiere visitar para verlos.