La compañía admite que no ve viable mantener la actual configuración industrial en la región.
El alto horno A se acerca a su final, el B afronta paradas y el sínter A debe cerrar en diciembre.
El sector critica la falta de efectividad del Plan del Acero europeo y teme un futuro sin hornos en Asturias.
Los meses pasan y la gran promesa de Bruselas para salvar la siderurgia europea se está quedando en papel mojado. El Plan del Acero de la Comisión Europea, anunciado como una respuesta urgente y efectiva frente a la avalancha de importaciones baratas y los crecientes costes medioambientales, no está teniendo el impacto esperado. Mientras tanto, el tiempo corre en contra de la siderurgia asturiana.
Ayer, en el puerto de Avilés, durante la primera carga del mercante Sueve, el director de Comunicación, Relaciones Externas y Responsabilidad Corporativa de ArcelorMittal España, Alberto Carrero, fue contundente: “La situación es insostenible. Si esto sigue así, será muy difícil mantener la configuración industrial que tenemos hoy en día en Asturias: los hornos altos, todas las instalaciones funcionando”.
Una tormenta perfecta para la siderurgia
El mercado europeo del acero arrastra desde hace años una demanda débil. A esta fragilidad se suma la entrada masiva de acero extracomunitario a bajo coste, muchas veces subvencionado por sus gobiernos, producido sin asumir los mismos estándares medioambientales ni laborales. El resultado: precios hundidos y márgenes de rentabilidad desplomados.
Pero la amenaza no llega solo del mercado global. La siderurgia europea debe afrontar inversiones milmillonarias en descarbonización para adaptarse a la normativa climática. A partir de 2026, se eliminarán progresivamente los derechos gratuitos de emisión de CO₂, lo que elevará aún más los costes de los procesos tradicionales con altos hornos.
A esta tormenta se añade la guerra arancelaria internacional. La decisión del Gobierno de Donald Trump de imponer un arancel del 50% al acero europeo ha cerrado, de facto, las exportaciones a Estados Unidos. Los productos que antes iban a ese mercado están inundando ahora Europa, exacerbando la competencia.
Asturias, al límite
La situación en Asturias es crítica.
-
Alto horno B: entrará en parada de mantenimiento la próxima semana.
-
Alto horno A: se acerca al final de su vida útil; prolongarlo exigiría una inversión millonaria que la empresa descarta en las actuales circunstancias.
-
Sínter A: deberá cesar su actividad antes del 31 de diciembre, tras el compromiso asumido con el Principado por incumplimientos ambientales.
La consecuencia es clara: con un sínter menos, habría que importar mineral ya sinterizado, encareciendo la producción y poniendo en duda la viabilidad de mantener los dos hornos encendidos. “Estamos viendo ya cierres de altos hornos en Europa, y no solo en ArcelorMittal”, admitió Carrero.
El Plan del Acero europeo, en entredicho
El sector critica la lentitud y falta de concreción del Plan del Acero presentado por la Comisión Europea. Dos medidas son especialmente urgentes, según Arcelor y otras compañías:
-
Medidas de defensa comercial eficaces contra la competencia desleal de terceros países.
-
Una reforma del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) que evite la elusión de derechos, incorpore productos manufacturados y dé respuesta a las exportaciones, actualmente penalizadas por el pago del CO₂.
Sin estas correcciones, el plan amenaza con convertirse en un mero enunciado mientras las fábricas europeas siguen cerrando hornos y perdiendo competitividad.
Empleo y futuro en juego
La incertidumbre sobre los altos hornos y las instalaciones auxiliares amenaza con golpear el empleo directo de Arcelor y de las decenas de empresas auxiliares que dependen de la siderurgia en Avilés y Gijón. Sindicatos y trabajadores temen que Asturias se quede sin el corazón de su industria pesada, justo cuando más inversiones necesitaría para la transición verde.
Carrero lo resumió sin rodeos: “No tenemos visibilidad. La situación es insostenible y necesitamos medidas reales y rápidas, no promesas”.
Una cuenta atrás sin horizonte claro
Con el horno A agotando su vida útil, el sínter A obligado a cerrar en diciembre y los derechos gratuitos de CO₂ a punto de desaparecer, el tiempo para decidir el futuro del acero en Asturias se agota. Si Bruselas no actúa con rapidez y contundencia, la región podría enfrentarse al fin de una era industrial.
El dilema ya no es si habrá descarbonización, sino si Asturias podrá seguir produciendo acero a gran escala en los próximos años.