Protestas propalestinas, batalla política y un aviso global al deporte-espectáculo
La última etapa de La Vuelta a España terminó neutralizada y cancelada en pleno corazón de la capital, sin ganador de etapa ni ceremonia de podio. El motivo: una marea de manifestantes propalestinos que irrumpió en distintos puntos del circuito urbano —Gran Vía, Cibeles-Colón—, volcó vallas, bloqueó el recorrido y forzó la intervención policial. La organización optó por abortar el final “por seguridad” y dio por concluida la carrera con Jonas Vingegaard como campeón de la general.
Una tarde caótica en Madrid
La tensión comenzó a primera hora de la tarde del domingo, cuando miles de manifestantes, convocados contra la presencia del equipo Israel-Premier Tech, bloquearon varios tramos del recorrido. La protesta, masiva y muy visible, se tornó peligrosa al registrarse invasiones de calzada y destrucción de vallados.
La etapa fue neutralizada a unos 56 kilómetros de meta y poco después cancelada por completo. El paseo triunfal del líder desapareció del guion, y Madrid vivió una jornada inédita: La Vuelta terminaba sin ganador de etapa ni podio público.
Cifras oficiales del dispositivo
Las autoridades estiman que participaron más de 100.000 manifestantes. El despliegue policial superó el millar de agentes, y el balance provisional es de 22 policías heridos y 2 detenidos.
Pese a la tensión, la evacuación de ciclistas, equipos y público se realizó sin incidentes graves, aunque el impacto mediático fue inmediato.
Factores que encendieron la mecha
El equipo israelí, epicentro del conflicto. Para los colectivos propalestinos, la presencia de Israel-Premier Tech convirtió la última etapa en un escaparate político global. Las amenazas de boicot se intensificaron durante la última semana, culminando en Madrid.
Clima político polarizado. El Ejecutivo había mostrado apoyo al reconocimiento de Palestina, mientras que dirigentes de la oposición acusaron al Gobierno de “jalear” las protestas. Las interpretaciones cruzadas sumaron tensión al episodio.
Seguridad y gestión urbana. A pesar del amplio dispositivo, los bloqueos simultáneos hicieron inviable garantizar un final seguro. El manual de la UCI es claro: la seguridad prevalece sobre el espectáculo.
Protesta globalizada. La anulación de la etapa se enmarca en un ciclo de manifestaciones internacionales que buscan visibilidad en eventos deportivos de alto impacto.
Reacciones
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Organización (Unipublic): confirmaron la neutralización y el final anticipado “por motivos de seguridad”.
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Gobierno y Delegación: insistieron en que la protesta fue mayoritariamente pacífica, aunque reconocen la magnitud de los incidentes.
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Ayuntamiento de Madrid: el alcalde José Luis Martínez-Almeida responsabilizó al Ejecutivo central y denunció la “victoria de la violencia sobre el deporte”.
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Ciclistas y equipos: expresaron frustración por perder el tradicional paseo final y la ceremonia pública.
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Israel: el Gobierno israelí acusó directamente a España de alentar el boicot.
Consecuencias y precedentes
La cancelación de la última etapa de una gran vuelta ciclista por motivos políticos es un hecho prácticamente inédito. Tradicionalmente, las suspensiones parciales se han debido a climatología, accidentes o huelgas, pero nunca a una protesta de esta magnitud.
El suceso abre un debate sobre la seguridad en eventos deportivos urbanos y plantea la necesidad de reforzar protocolos: perímetros más amplios, dobles vallados, dispositivos dinámicos y una inteligencia previa más afinada para anticipar protestas.
Lo que deja esta jornada
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Neutralización de la Etapa 21: sin ganador ni podio.
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Balance oficial: más de 100.000 asistentes, 22 agentes heridos, 2 detenidos.
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Ganador de La Vuelta 2025: Jonas Vingegaard; segundo, João Almeida; tercero, Tom Pidcock.
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Impacto mediático: la Vuelta termina marcada por una protesta política global.
Un aviso al deporte mundial
El ciclismo profesional ha vivido una jornada que trasciende lo deportivo: Madrid se convirtió en escaparate de una protesta internacional, cuestionando la capacidad de blindar circuitos urbanos y poniendo bajo la lupa la relación entre deporte y geopolítica.
Para La Vuelta, la imagen es agridulce: un vencedor de prestigio, Jonas Vingegaard, y una última jornada convertida en símbolo de que el deporte ya no está al margen de las tensiones internacionales.