Valdesoto, por fin ejemplar: el pueblo que esperó 21 años para tocar la gloria asturiana

Valdesoto, por fin ejemplar: el pueblo que esperó 21 años para tocar la gloria asturiana

Las campanas repicaron a rebato, la sidra corrió como nunca y las lágrimas se mezclaron con risas: Valdesoto ya es “Pueblo Ejemplar de Asturias 2025”. Una comunidad unida, que nunca perdió la fe, celebra un premio que es tanto suyo como de toda Asturias.

En Valdesoto, este martes el aire olía a emoción. A orgullo. A historia viva. Bajo el sol de septiembre, cuando la noticia se confirmó, las campanas de la parroquia repicaron como si llamaran a misa mayor, pero era para otra cosa: celebrar que el pueblo por fin había logrado el reconocimiento que llevaba 21 años persiguiendo.

“¡Por fin, por fin!”, gritaba Pergentino Martínez, de la Peña Cotiellos, mientras abrazaba a vecinos y forasteros entre lágrimas. A unos metros, Manuel Hevia, a sus 86 años, no podía dejar de sonreír. Él fue el primer soñador, el que presentó aquella candidatura inicial en 2005, y hoy veía cumplido un deseo que parecía imposible: “Pensé que no viviría para verlo… pero mira, aquí estoy, bailando con los chavales”.

Un pueblo que no se rinde

Valdesoto es una parroquia de Siero con apenas 1.800 habitantes y 14 aldeas, pero con una fuerza colectiva que muchos concejos envidiarían. Allí el asociacionismo es religión: más de 30 colectivos —culturales, folclóricos, deportivos, sociales— mantienen viva la esencia asturiana. Les Carroces, fiesta declarada de Interés Turístico Regional, y los Sidros, mascarada ancestral, son solo dos ejemplos de una parroquia que se resiste a dejar morir las tradiciones.

Por eso la Fundación Princesa de Asturias ha reconocido este año a Valdesoto con el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 2025, dotado con 25.000 euros y la visita en octubre de la Princesa Leonor. Pero para Valdesoto, el dinero y el protocolo son lo de menos: el premio es el sello de identidad de un pueblo que lleva décadas trabajando codo con codo.

Una noticia que se convirtió en fiesta

Todo empezó como suelen empezar las cosas en Valdesoto: con un toque de campanas y trabajo en equipo. Apenas un cuarto de hora después de conocerse el fallo, los vecinos ya estaban descargando sidra, levantando mesas, encendiendo fogones. José Ángel Rodríguez “Pinón” se puso al mando de las tortillas, que volaban por el prau como si fueran oro; poco después llegó la fabada, los callos y hasta el arroz con leche.

“Yo ya estudié todo lo que tenía que estudiar por la mañana para tener la tarde libre de fiesta”, confesaba Sofía Corral, de 16 años, envuelta en la bandera asturiana junto a sus amigas. Juan Pélaez, de la Peña Les Escueles, llamó a su padre que estaba en vacaciones en Cantabria: “¡Somos ejemplareeees!”, gritaba, con la voz rota de emoción.

El pueblo entero se convirtió en una romería improvisada. Vecinos de todas las edades se abrazaban, algunos lloraban recordando a quienes ya no estaban. “Este premio es también para ellos”, decía una mujer mientras repartía culetes de sidra.

Un camino de dos décadas

La primera candidatura llegó en 2005 con un lema que lo decía todo: “Todos juntos podemos”. Y vaya si podían. A pesar de quedar fuera de la selección año tras año, Valdesoto nunca bajó los brazos. Se organizaron exposiciones, se reforzaron las fiestas, se restauraron hórreos y paneras, se apostó por el teatro popular y la música tradicional. Cada colectivo aportó su granito de arena.

Hoy, esa persistencia ha dado frutos. Valdesoto es “ejemplar” por unión, por raíces, por compromiso y por esa tozudez asturiana que convierte los sueños en realidad.

Historia y cultura en cada esquina

Valdesoto no es solo fiesta: es patrimonio. Allí se levanta el Palacio del Marqués de Canillejas, Bien de Interés Cultural desde 2006, y sus prados guardan memoria de siglos de historia agrícola y minera. Es tierra de gaitas, carros engalanados, sidra recién escanciada y humor irreverente en “Les Nueches de la Casona”, las famosas veladas satíricas que este año tendrán más chispa que nunca.

Con el premio, el pueblo espera recibir más visitantes, pero sobre todo quiere mostrar lo que siempre ha sido: un ejemplo de cómo un puñado de aldeas puede mantener viva el alma de Asturias.

El orgullo de un concejo

El alcalde de Siero, Ángel García, lo resumió así entre el bullicio: “Ellos son el ejemplo perfecto de lo que queremos para Siero: vecinos que dan vida, color y sentido a nuestro trabajo. Hoy todo Asturias celebra con Valdesoto”.

Mientras tanto, la Casona de Leceñes se convirtió en el centro del universo asturiano por un día: gaitas sonando, niños correteando con pañuelos azules, sidra saltando de vaso en vaso. Y entre la multitud, Manuel Hevia, el visionario, repetía: “Esto ye merecidísimo”.

Una corona para Valdesoto

En octubre, la Familia Real pisará estas tierras para entregar el galardón. Será un día histórico, pero Valdesoto ya ha ganado su título: es un pueblo que nunca se rindió y que hoy encarna la Asturias auténtica, orgullosa y luchadora.

Porque este martes, entre lágrimas, gaitas y voladores, Valdesoto demostró que no hace falta ser grande para ser eterno.

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