El Gobierno central ha dado luz verde a la mayor operación de condonación de deuda autonómica de la historia: 83.252 millones de euros que pasan de las cuentas de las comunidades al balance del Estado. Una medida que el Ejecutivo vende como técnica, equilibrada y beneficiosa para todos, pero que, analizada en detalle, favorece claramente a Cataluña y deja a regiones como Asturias con un sabor amargo.
Asturias, entre las comunidades que menos ganan
Asturias verá condonados 1.508 millones de euros, una rebaja de aproximadamente el 36,8% de su deuda, que se traduce en unos 1.369 euros por habitante ajustado. Es decir, la región recibirá la mitad que Cataluña, que obtendrá una condonación equivalente a 2.284 euros por habitante ajustado.
Pese a que Asturias figura en la parte alta en porcentaje de deuda perdonada, lo cierto es que este resultado no es fruto de un trato preferente, sino de su endeudamiento contenido durante años. La paradoja es clara: las comunidades que gestionaron con más prudencia sus cuentas ahora reciben menos, mientras que aquellas con un historial de gasto desbordado ven cómo el Estado acude a su rescate.
Un sistema diseñado para contentar a Cataluña
El reparto no se ha hecho simplemente en función de la población real, sino de una fórmula basada en la llamada “población ajustada”, que pondera factores como envejecimiento o dispersión geográfica. A partir de ahí, se aplican ajustes que disparan la cifra final para las comunidades con menor financiación histórica, principalmente Cataluña y Andalucía.
El resultado es evidente: Cataluña concentra más de 17.000 millones de euros de esta operación, reforzando la sensación de que este mecanismo no es solo económico, sino una moneda de cambio política en plena legislatura.
Socialización de deuda: todos pagamos las facturas ajenas
La quita no elimina deuda; la traslada. Lo que antes era responsabilidad autonómica ahora pasa a las cuentas del Estado, que se financia con los impuestos de todos. En otras palabras, la deuda de unos se reparte entre todos.
Este modelo rompe la lógica de corresponsabilidad fiscal: las comunidades que se endeudaron en exceso reciben un alivio inmediato, mientras que las que controlaron el gasto ven cómo su esfuerzo no tiene recompensa. Asturias, que ha sido prudente, ahora soporta parte de la factura ajena.
El espejismo del “más dinero para servicios públicos”
El Gobierno asegura que el ahorro en intereses permitirá destinar más recursos a sanidad o educación. Sin embargo, la realidad es que las reglas fiscales y el techo de gasto impiden que estos ahorros se traduzcan automáticamente en mayor inversión. La operación, por tanto, no garantiza una mejora real de los servicios públicos; simplemente libera oxígeno financiero en las cuentas autonómicas.
Reacciones en Asturias: resignación y escepticismo
Desde el Ejecutivo asturiano se reconoce que hubiera sido preferible un reparto proporcional a la población, pero también que el alivio permitirá cierto margen presupuestario. La oposición, por su parte, califica la medida de “trampa política” para satisfacer a los socios independentistas del Gobierno central y denuncia que Asturias vuelve a quedar en un segundo plano.
Conclusión: Asturias, la gran olvidada
Esta quita de deuda marca un precedente: España asume colectivamente las facturas de los gobiernos autonómicos, premiando a los más endeudados y dejando en desventaja a los que fueron responsables. Asturias, prudente en sus cuentas, vuelve a ser la “comunidad olvidada” en una operación que, bajo el discurso de solidaridad, esconde una negociación política dirigida a contentar a Cataluña.
La narrativa oficial habla de “refuerzo de servicios públicos” y “equilibrio territorial”, pero la realidad es que la deuda no desaparece: simplemente cambia de manos. El mensaje que lanza el Estado es claro: quien se endeuda más, gana más. Y eso, para Asturias, no es ninguna buena noticia.