El Principado da por “contenidas” las lenguas de fuego que amenazaban Genestoso, Somiedo y Degaña tras una noche de infarto. El Gobierno regional promete más recursos para los ayuntamientos y pedirá la declaración de zona catastrófica.
Una noche de miedo y resistencia
En Degaña nadie olvidará la madrugada del domingo al lunes. El cielo, teñido de rojo por las llamas que bajaban desde Anllares, parecía anunciar un destino trágico. Pero allí estaban ellos: los helicópteros que no dejaron de sobrevolar el valle, las brigadas forestales jugándose la vida en contrafuegos arriesgados, los vecinos sin dormir pendientes de que el viento no cambiara de golpe.
Al amanecer, lo que se temía como un desastre irreversible comenzó a transformarse en un día de esperanza. Los tres grandes incendios del suroccidente asturiano —Degaña, Genestoso y Somiedo— estaban, por fin, bajo control.
“Estamos conteniendo la situación a la espera de que cambien las condiciones ambientales y podamos dar por cerrada esta emergencia. La prioridad siempre fue clara: contener el fuego, proteger los pueblos y salvar vidas”, resumió el presidente del Principado, Adrián Barbón, sobre el terreno.
El operativo que lo cambió todo
La coordinación fue decisiva. Hasta 15 medios aéreos trabajaron al unísono junto a Bomberos de Asturias, BRIF, UME, Protección Civil, agentes medioambientales y refuerzos llegados de Navarra, Andorra y Grecia.
-
En Degaña, la ofensiva aérea y terrestre levantó una barrera defensiva en Cienfuegos, vital para proteger Ibias.
-
En Genestoso, un contrafuego controlado dejó sin alimento a las llamas y permitió reforzar la línea de seguridad.
-
En Somiedo, los cortafuegos y sistemas de regantes financiados con fondos autonómicos evitaron que Perlunes se convirtiera en pasto del fuego.
El consejero de Medio Ambiente, Alejandro Calvo, lo definió como “un día positivo, tranquilizador para Genestoso, mucho mejor para Somiedo y con grandes avances en Degaña”.
18 millones que han marcado la diferencia
Barbón no dudó en señalar la importancia de los fondos invertidos en los últimos meses. Los 18 millones de euros extra repartidos entre 74 ayuntamientos asturianos han permitido abrir cortafuegos, instalar regantes y reforzar la protección en pueblos del suroccidente.
-
Cangas del Narcea recibió más de un millón de euros.
-
Tineo, 650.000.
-
Ibias, casi medio millón.
-
Somiedo, 401.000.
-
Degaña, 219.000.
“Con todos los cortafuegos que se hicieron en Degaña, el fuego que bajaba desde León habría sido mucho peor. En Somiedo, los regantes funcionaron. Los fondos han dado resultado”, afirmó el presidente.
Pero al mismo tiempo lanzó un aviso: “En el presupuesto de 2026 habrá que incrementar estos fondos para que los pueblos tengan un sistema de protección primaria más sólido”.
¿Está Asturias preparada para los fuegos del futuro?
El debate de fondo sigue abierto. Barbón reconoció la dificultad de enfrentarse a fuegos de sexta generación: incendios más imprevisibles, alimentados por el calor extremo y la sequía, que avanzan por cumbres de alto valor ecológico y en territorios donde el 60% es de propiedad privada.
Asturias, a diferencia de otras comunidades, no sufre incendios de 30.000 hectáreas arrasadas. Los suyos son más pequeños en extensión, pero más letales en riesgo humano: se desarrollan cerca de pueblos, con ganaderos, bosques comunales y viviendas en juego.
La crítica de los expertos apunta a una deuda histórica en la gestión del monte: abandono rural, falta de limpieza forestal y excesiva dependencia de la reacción frente a la prevención. Los fondos actuales son un paso, pero insuficiente ante el cambio climático que multiplica la ferocidad del fuego.
Declaración de zona catastrófica y solidaridad inesperada
El Gobierno regional ya ha confirmado que pedirá la declaración de zona catastrófica para los concejos afectados, lo que permitirá activar ayudas a ganaderos, vecinos y empresas.
Y mientras tanto, la solidaridad sigue llegando. Una de las imágenes más sorprendentes de estos días la protagonizó la productora de “Los Juegos del Hambre: Amanecer en la cosecha”, que detuvo el rodaje en Asturias y cedió camiones, bomberos y personal técnico a los operativos. Un gesto que habla del espíritu de apoyo que estos incendios han despertado.
Un día de alivio, pero no de victoria
Casi 6.000 hectáreas calcinadas dejan tras de sí un paisaje de cicatrices que tardará décadas en recuperar su esplendor. Barbón lo resumió en una frase que mezcla orgullo y advertencia:
“Hemos sido capaces de evitar que ningún pueblo se incendiara. Pero esto solo ha sido posible con un esfuerzo tremendo. La lucha contra el fuego será cada vez más dura y necesitamos estar preparados”.
Asturias ha resistido esta vez. Degaña, Somiedo y Genestoso lo saben: la batalla se ganó en una noche de infarto, pero la guerra contra el fuego apenas acaba de empezar.