“No voy a denunciar. Es un asunto entre familias”. Con esas palabras, envueltas en sangre y resignación, se expresó el hombre que ayer por la tarde fue apuñalado en plena calle en Avilés. Una frase seca, lapidaria, que encierra más de lo que parece: rencillas personales, un entorno degradado, y una violencia que irrumpe sin previo aviso en una ciudad que, por norma general, se considera tranquila.
UNA AGRESIÓN EN MITAD DE LA TARDE
Eran poco más de las cinco cuando varias llamadas alertaron a emergencias: un hombre sangraba abundantemente en una marquesina de la avenida de Gijón, una de las arterias principales de la ciudad. Testigos, visiblemente alterados, informaron de que la víctima se encontraba semiinconsciente, con la ropa empapada en sangre y una herida profunda que parecía causada por un arma blanca.
En cuestión de minutos, una patrulla de la Policía Nacional llegó al lugar, seguida por un equipo médico del centro de salud de Llaranes que se encontraba próximo. Allí se toparon con J. M. G., de 52 años, un viejo conocido de las fuerzas de seguridad. Tenía un largo historial de problemas con las drogas y era habitual en ciertas zonas del barrio.
Los sanitarios de la ambulancia de soporte vital básico intentaron estabilizarlo en el mismo lugar de los hechos. Dada la gravedad de la herida, fue trasladado en primera instancia al Hospital Universitario San Agustín. Sin embargo, ante la posibilidad de complicaciones internas, se ordenó su traslado urgente en UVI Móvil al HUCA, en Oviedo, donde ingresó con pronóstico grave. Afortunadamente, fuentes médicas confirmaron horas después que su vida no corre peligro.
DETENIDO EL AGRESOR POCO DESPUÉS
Mientras tanto, los agentes de la Policía Nacional no tardaron en identificar al presunto agresor. Al parecer, fue detenido en las inmediaciones poco después del ataque. Las causas exactas del apuñalamiento siguen bajo investigación, aunque las primeras hipótesis apuntan a un ajuste de cuentas relacionado con drogas y conflictos personales de larga data.
Lo más sorprendente es que la propia víctima, a pesar de la gravedad de las heridas, se negó a presentar denuncia. “Esto es un asunto entre familias”, repitió varias veces, como si la puñalada fuera un trago amargo dentro de una lógica interna que la policía difícilmente podrá desmontar si no hay colaboración por su parte.
AVILÉS: ENTRE LA CALMA ESTADÍSTICA Y LOS BROTES DE VIOLENCIA
Aunque el caso ha generado una gran conmoción local, lo cierto es que los datos oficiales siguen mostrando a Avilés como una ciudad estadísticamente segura.
Según el último balance del Ministerio del Interior, en el primer trimestre de 2025 se registraron 556 hechos delictivos en Avilés. Es apenas un ligero aumento respecto al mismo periodo de 2024, cuando se contabilizaron 551. Es decir, un 0,9 % más.
Sin embargo, dentro de esa estabilidad aparente, algunos indicadores preocupan:
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Robos con violencia e intimidación: han experimentado un alarmante incremento, pasando de 6 casos en el primer trimestre de 2024 a 22 en 2025, lo que supone un aumento del 266 %.
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Estafas y ciberdelitos: siguen su escalada imparable, con 128 denuncias este trimestre, un 42,2 % más que el año anterior.
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Tráfico de drogas: también repunta, aunque algunos expertos lo vinculan a una mayor presión policial sobre los puntos de venta.
Por el contrario, los hurtos y los robos con fuerza han bajado: 109 hurtos frente a los 148 del año pasado (‑26,4 %) y 35 robos con fuerza frente a 46 (‑23,9 %).
Y lo más tranquilizador: ni un solo homicidio ni asesinato consumado en este periodo. Tampoco se ha registrado ninguna agresión sexual con penetración.
UN CASO QUE ROMPE LA ESTADÍSTICA
Lo ocurrido ayer en Avilés no responde a un patrón general de violencia en la ciudad, sino a conflictos personales de larga duración, alimentados probablemente por el deterioro social, la marginación y el consumo de sustancias. Sin embargo, sí encaja con ese repunte preocupante de delitos con violencia que se ha detectado este año.
La ciudad sigue siendo, en términos globales, un lugar seguro. Pero este caso sirve de recordatorio: la seguridad no es una fotografía estática, sino un equilibrio frágil. Y basta una cuchillada en plena calle, a media tarde, para romperlo.