El rostro de la exclusión se complica: familias con menores, mayores de 65 años solos y jóvenes sin red tras dejar centros de protección
Cáritas Diocesana de Oviedo ha presentado su memoria anual 2024, que refleja una aparente buena noticia —el descenso en el número de personas y hogares atendidos— pero que esconde un diagnóstico preocupante: la cronificación de la pobreza, la dificultad de acceso a derechos esenciales como la vivienda y el empleo, y un encarecimiento sostenido de los procesos de acompañamiento social.
Los datos: menos usuarios, pero más necesidades
Durante 2024, 11.347 personas fueron acompañadas por Cáritas en Asturias, un 8,7% menos que en 2023. Estas personas conviven en 4.915 hogares, lo que representa un descenso del 4,5%. Sin embargo, los procesos se alargan, se encarecen y afectan cada vez más a colectivos especialmente frágiles.
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40% de los hogares están formados por parejas con menores.
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27% de personas viven solas.
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El 70% de las personas atendidas no tienen ingresos regulares.
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En un 4% de los hogares unipersonales hay personas mayores de 65 años.
Cáritas invirtió 7,18 millones de euros en acción social, el 62% procedente de fondos propios.
El drama habitacional no mejora: más hacinamiento y falta de vivienda digna
El informe revela un aumento significativo de hogares compartidos:
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En 2023 eran el 38%, en 2024 ya son el 45%.
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Cáritas considera que muchas de estas personas “no tienen hogar, aunque vivan en una vivienda”, por las malas condiciones de habitabilidad y la falta de privacidad.
Un caso especialmente grave es el del Proyecto Red Hogares, que acompaña a 99 personas sin hogar en su proceso hacia una vivienda estable. La falta de respuesta de las administraciones y el mercado de alquiler desorbitado impiden su salida de recursos temporales.
Situaciones límite: mayores descartados y jóvenes sin futuro
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10% de quienes acuden a centros de primera acogida para personas sin hogar superan los 60 años, muchos con enfermedades mentales o en situación de gran dependencia.
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Cáritas acompaña actualmente a 19 jóvenes extutelados, que, tras cumplir los 18 años, pierden el apoyo institucional y quedan en situación de riesgo grave de exclusión.
“La prevención es clave para evitar que estos jóvenes acaben en la pobreza crónica o en la calle”, destaca la organización.
El empleo sigue sin ser un salvavidas
El programa de acompañamiento al empleo atendió a 1.422 personas (frente a 1.083 en 2023). A pesar de esta mejora en cifras, Cáritas alerta de que la precariedad laboral y la dificultad de acceso a un empleo digno siguen siendo estructurales, dejando a muchas personas atrapadas entre subsidios, empleos temporales y burocracia interminable.
Acompañar no es solo dar: el valor de la escucha y la dignidad
El 80% de las personas atendidas valoran con la máxima puntuación la amabilidad, el respeto y la confidencialidad del personal de Cáritas. “Sentirse escuchados y comprendidos” es lo que más destacan quienes han recibido ayuda.
“Acompañar no es solo proporcionar comida o vivienda, sino estar ahí, con humanidad, respeto y compromiso”, concluyen desde la entidad.