La nueva consejera de Educación del Principado se compromete a escuchar a todos los colectivos tras una crisis sin precedentes. Su capacidad de mediación será clave para sostener el frágil equilibrio entre sectores educativos enfrentados.
Un sistema que venía ardiendo
La llegada de Eva Ledo al frente de la Consejería de Educación no responde a una remodelación de rutina, sino al desenlace de una de las crisis educativas más graves que ha vivido Asturias en décadas. El conflicto se desató cuando el anterior equipo directivo intentó suprimir la jornada reducida en junio y septiembre y reorganizar los comedores escolares. La medida, lejos de interpretarse como una optimización, fue la chispa que encendió una huelga indefinida, decenas de encierros, protestas masivas, la dimisión de casi un centenar de directores de centros y, finalmente, de la propia consejera Lydia Espina.
Pero esta fractura no es nueva. Desde 2008, la enseñanza pública asturiana arrastra recortes, aumento de burocracia y una creciente falta de recursos para atender a un alumnado cada vez más diverso. La crisis actual no ha hecho más que destapar una olla a presión. Como subrayaba recientemente El País, “lo que ocurrió en Asturias es un aviso de lo que está por estallar en muchas otras comunidades”.
Concertada y pública: una brecha histórica
Mientras el acuerdo con la pública se cerraba tras nueve días de huelga —e incluye mejoras salariales de hasta 140 € al mes, reducción de ratios a 23 alumnos, incorporación de 300 especialistas y 30 administrativos—, los docentes de la enseñanza concertada no ocultaban su indignación. Más de 1.500 profesores se manifestaron en Oviedo para exigir una equiparación salarial justa. Argumentan que sus complementos llevan congelados desde 2005 y que Asturias mantiene uno de los sueldos más bajos para la concertada en todo el país.
Los sindicatos acusan al Gobierno de mantener una posición ambigua: se reconoce la labor de la concertada, pero se delega en las fundaciones empleadoras la responsabilidad de las condiciones laborales. Sin embargo, los fondos públicos que nutren esos conciertos educativos convierten al Principado en un actor con responsabilidad directa.
Les Escuelines: las olvidadas del pacto
A esta fractura se suma la situación de las educadoras del ciclo 0-3, la conocida red autonómica de escuelas infantiles públicas. Aunque fue uno de los legados estrella de Lydia Espina, quienes trabajan en este tramo denuncian precariedad, falta de negociación sobre su integración plena y una sensación generalizada de desamparo. También han iniciado protestas y concentraciones, reclamando la atención que hasta ahora no han recibido.
Eva Ledo: reconstruir desde el diálogo
La designación de Eva Ledo, una profesional con una larga trayectoria técnica y política, no ha sido casual. Ha ocupado cargos clave en la gestión de personal docente, centros escolares y, precisamente, en la red 0-3. Conoce desde dentro el entramado educativo asturiano. Su perfil es el de una negociadora nata, alejada del foco mediático y con una visión pragmática.
Nada más tomar posesión, Ledo abandonó el protocolo y se dirigió a los manifestantes de la concertada que la esperaban con pancartas. Les habló, les escuchó y prometió sentarse con ellos. También hizo lo propio con las representantes de Les Escuelines. “Estoy convencida de que encontraremos puntos de encuentro desde los que construir un sistema más fuerte”, declaró poco después ante los medios.
El tablero de juego: actores, tensiones y oportunidades
Sector educativo Reivindicación principal Medidas anunciadas / pendientes
Pública | Reducción de ratios, subida salarial, menos burocracia | Pacto firmado: 45 millones de € en mejoras |
Concertada | Equiparación salarial, reconocimiento institucional | Apertura al diálogo; sin medidas concretas aún |
0-3 (Les Escuelines) | Integración en la red pública, fin de la precariedad | Reuniones prometidas por la nueva consejera |
Más allá del aula: una cuestión política
Adrián Barbón no ha escondido que la designación de Ledo es una apuesta personal. En su discurso de toma de posesión reconoció que el Gobierno no supo leer a tiempo el malestar del profesorado. Reivindicó la figura de Lydia Espina, a quien calificó de “generosa” por dimitir en el momento de máxima tensión, y afirmó que ahora toca “culminar” su legado: una red pública más fuerte y cohesionada.
Pero más allá del simbolismo institucional, el nombramiento de Ledo refleja una necesidad urgente: estabilizar un ecosistema educativo profundamente dividido. Su mandato no será sencillo. Deberá aplicar el pacto con la pública sin descuidar a la concertada ni a las educadoras del ciclo infantil. Y, sobre todo, deberá demostrar que el diálogo no es solo una promesa sino una herramienta eficaz de gestión pública.
Asturias atraviesa un momento crítico en su sistema educativo, donde confluyen viejas heridas no cerradas, agravios comparativos y una percepción de abandono en varios frentes. Eva Ledo se enfrenta al desafío de coser esas grietas con diálogo, firmeza y resultados tangibles. Si lo consigue, su paso por la Consejería podría ser recordado como el del acuerdo que por fin hizo justicia a todos los actores de la educación asturiana.