El tablero se mueve: el Gobierno libera miles de millones para las autonomías en plena tormenta política

El tablero se mueve: el Gobierno libera miles de millones para las autonomías en plena tormenta política

Moncloa desbloquea el pago de anticipos a las comunidades justo cuando crece la presión interna por la caída de Santos Cerdán y los nacionalistas afilan sus exigencias ante una posible debacle de Pedro Sánchez

 

En política, el dinero nunca se mueve por casualidad. Y menos aún cuando huele a tormenta. En plena crisis en Ferraz por el escándalo de Santos Cerdán y con las estructuras del PSOE crujiendo bajo la presión de los barones, el Gobierno ha anunciado por sorpresa el desbloqueo de miles de millones de euros en anticipos a cuenta para las comunidades autónomas. El movimiento no es inocente: el tablero político ha empezado a temblar, y el dinero comienza a correr para calmar nervios, comprar apoyos y asegurar fidelidades.

La medida, largamente exigida por las autonomías, llega seis meses después de que los fondos quedaran congelados tras el fracaso del decreto ómnibus de enero. El texto, que incluía los pagos a las comunidades, fue tumbado en el Congreso con los votos de PP, Vox y Junts. Desde entonces, ni rastro de los anticipos… hasta ahora.

¿Por qué justo ahora? La respuesta está en el epicentro de la crisis que sacude al PSOE. El escándalo del caso Koldo ha salpicado a Santos Cerdán, hombre fuerte del aparato socialista, y ha desatado una rebelión silenciosa en las filas del partido, especialmente en Andalucía, Castilla-La Mancha y Galicia. El "sanchismo" parece herido, y en el Congreso ya no se fía nadie de cuánto tiempo más podrá aguantar Moncloa en pie.

Dinero para calmar a las comunidades… y a los socios

En medio de ese clima enrarecido, el Ejecutivo lanza una jugada que busca desactivar un frente interno peligroso: el de las comunidades autónomas, muchas de ellas gobernadas por el PP, pero también otras del ámbito socialista que llevaban meses denunciando “asfixia económica”.

En el caso de Asturias, el propio Adrián Barbón se había sumado discretamente a las reclamaciones. Ahora, con las arcas autonómicas a la espera de liquidez, la noticia cae como una bocanada de aire fresco… aunque también con cierto tufo a cálculo político.

“Es evidente que estamos ante una operación de control de daños”, reconoce un alto cargo del PSOE asturiano. “Moncloa sabe que se juega su estabilidad, y empieza a soltar lastre para evitar que el barco se hunda.”

Pero no solo las autonomías respiran. Los partidos nacionalistas también ven una oportunidad histórica: con un Pedro Sánchez debilitado, Junts, ERC, el PNV y hasta Coalición Canaria han intensificado sus demandas económicas, sabiendo que cualquier respaldo puede ser clave para mantener la legislatura con vida.

“Están cobrando en oro sus votos”, resume con crudeza un diputado socialista. “Y lo seguirán haciendo mientras Moncloa dependa de ellos para sobrevivir semana a semana.”

¿Adelanto electoral a la vista?

En paralelo, en los pasillos del Congreso ya no se oculta lo que hasta hace poco era tabú: la posibilidad real de un adelanto electoral. Aunque Sánchez no lo ha confirmado, las consultas discretas con barones territoriales se han intensificado, y algunas voces apuntan a que el presidente busca un respiro técnico antes de una posible convocatoria en otoño.

“El dinero empieza a moverse cuando el poder empieza a tambalearse”, reflexiona un analista político asturiano. “Y eso es lo que está ocurriendo: el Gobierno sabe que los cimientos tiemblan y reparte fondos como quien reparte chalecos salvavidas antes del naufragio.”

Una legislatura en modo supervivencia

Con la figura de Santos Cerdán bajo sospecha, las bases desmoralizadas y los socios endureciendo el precio de su lealtad, el Gobierno de Pedro Sánchez entra en una fase de resistencia pura. Cada semana será una batalla. Cada decreto, una negociación a cara de perro.

El desbloqueo de los anticipos a las autonomías no es solo una medida económica: es el primer movimiento visible de una estrategia de supervivencia donde el poder ya no se ejerce desde la fuerza, sino desde el miedo a perderlo.

Y en ese tablero movedizo, donde todos calculan y nadie descarta nada, el dinero ha vuelto a convertirse en la moneda más eficaz del trueque político.

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