Dirigentes socialistas confiesan ahora lo que muchos intuían: Lastra fue ‘borrada’ de Ferraz tras trasladar a Carmen Calvo las denuncias por el comportamiento de Koldo García y José Luis Ábalos. Santos Cerdán tomó entonces el poder.
En política, los silencios suelen pesar más que las palabras. Y en el caso de Adriana Lastra, el silencio que envolvió su abrupta salida de la cúpula del PSOE empieza, por fin, a romperse. Fuentes socialistas de primer nivel confirman ahora que la asturiana fue purgada del núcleo de Ferraz tras alertar de un comportamiento “inadmisible” en el entorno de Ábalos y Koldo García, conocido popularmente como “el caso del puterío”.
La historia, contada con sordina durante meses, empieza en los días en que Pedro Sánchez estaba en la lona, tras ser derrocado de la Secretaría General en 2016. Fue entonces cuando surgió el llamado “clan de los 10 vikingos”, un grupo de fieles que lo acompañó en su travesía en coche por España para ganar las primarias de 2017. En ese núcleo estaban Santos Cerdán, Ábalos, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Paco Salazar… y también Adriana Lastra. Aquellos que lo apostaron todo por el renacimiento de Sánchez.
Pero las lealtades tienen fecha de caducidad. Según fuentes internas del PSOE, Lastra y Maritcha Ruiz Mateos —responsable de comunicación en esa etapa— se atrevieron a trasladar a Carmen Calvo que en el entorno de Ábalos y Koldo García se vivían situaciones de “bochorno institucional” y “descontrol moral”, según las propias palabras empleadas por una exdirigente socialista a este medio. El aviso llegó hasta Moncloa. Y ahí empezó la cuenta atrás.
Caen los que denuncian… y sube Cerdán
Mientras José Luis Ábalos era arrinconado en 2021 y finalmente derribado en 2023, Santos Cerdán aprovechaba el momento para consolidarse como secretario de organización, colocándose justo en la línea de sucesión. Según miembros del PSOE que trabajaron años con él, Cerdán actuaba con psicología inversa: atacaba con fuerza a Ábalos en público para distraer de su propio papel en la trama.
“Era un hombre oscuro, no levantaba sospechas porque tenía una vida aparentemente ordenada, familia estable… no era como Ábalos, que era más burdo”, señala una fuente del PSOE andaluz. “Pero con Cerdán aprendimos que la opacidad es más peligrosa que el escándalo.”
El precio de la lealtad: Lastra, enviada a Asturias
Lo que vino después ya es historia conocida, pero poco explicada. Adriana Lastra fue desplazada del núcleo duro, sustituida sin explicaciones por Cerdán en la Secretaría de Organización y enviada discretamente como delegada del Gobierno en Asturias. Un destino que muchos vieron entonces como un reconocimiento a su trayectoria… y que ahora se revela como una forma elegante de apartarla del centro de decisiones.
“Ahora ya lo entendemos todo”, afirma un veterano del PSOE asturiano. “Las que denunciaron el puterío cayeron. Y los demás ascendieron.” En Ferraz, el tema es tabú, pero en los pasillos empieza a circular una certeza incómoda: el sanchismo no fue solo una revolución política, sino también un ajuste de cuentas entre lealtades rotas.
La sacudida del caso Koldo
El punto de inflexión fue, sin duda, el estallido del caso Koldo en febrero de 2024, con contratos amañados, comisiones, y episodios de prostitución vinculados al entorno de Ábalos y, según algunas agendas incautadas por la Guardia Civil, también al círculo próximo a Cerdán. Aunque este último no está imputado, su nombre ha aparecido en comunicaciones clave, lo que ha encendido todas las alarmas dentro del partido.
En Andalucía, uno de los bastiones históricos del PSOE, algunos dirigentes ya dan por muerto el sanchismo. En palabras de un alto cargo sevillano: “El ciclo está cerrado. El partido necesita resetearse desde la dignidad, no desde el silencio cómplice”.
¿Y en Asturias? Divisiones y dudas
En Asturias, la figura de Lastra aún genera respeto. Pero también divisiones. Algunos alcaldes del PSOE piden una reparación moral y política a su figura. Otros, en cambio, apuestan por pasar página cuanto antes. Mientras tanto, Pedro Sánchez sopesa en silencio un posible adelanto electoral para desligar las generales de las municipales y evitar que el escándalo siga contaminando al partido.
Sea cual sea su decisión, el eco de la purga de Lastra resuena ahora como una advertencia. Una advertencia de que, en el PSOE de los vikingos, a veces los que primero dieron la vida por el líder son los primeros en ser arrojados al mar.