Oviedo se convierte en la capital nacional del encaje de bolillos con una edición histórica del Encuentro "Ciudad de Oviedo"

Oviedo se convierte en la capital nacional del encaje de bolillos con una edición histórica del Encuentro "Ciudad de Oviedo"

Más de 800 encajeras de toda España llenan el Palacio de Congresos del Calatrava en una cita que fusiona tradición, arte textil y patrimonio cultural en su vigésima edición

 

El Palacio de Congresos del Calatrava vivió este sábado una jornada vibrante y multicolor con la celebración del XX Encuentro Nacional de Encajeras “Ciudad de Oviedo”, una de las citas más consolidadas del país dentro del circuito del encaje de bolillos. Más de 800 participantes procedentes de distintas comunidades autónomas —Asturias, Andalucía, Galicia, Cantabria, Castilla y León o País Vasco— llenaron hasta la última mesa del vestíbulo y la Sala de Cristal del recinto ovetense, convertidos en una auténtica exposición viva de técnicas, estilos y piezas de alto valor artesanal.

Este evento, organizado por la Asociación de Encajeras Ciudad de Oviedo, ha alcanzado su vigésima edición con récord de participación y una proyección que traspasa lo local. Consolidado como uno de los encuentros más antiguos y reconocidos de España, el encuentro ha convertido a la ciudad en epicentro nacional del arte del encaje, una disciplina tan delicada como exigente, transmitida durante generaciones.

Una tradición que resiste con arte

El encaje de bolillos es una técnica textil de origen medieval, que se realiza enrollando hilos en pequeñas bobinas llamadas bolillos y fijándolos mediante alfileres sobre un patrón dispuesto en un cojín o mundillo. Aunque durante siglos fue un oficio ligado a la economía doméstica y al ajuar familiar, su práctica ha evolucionado hacia una expresión artística altamente especializada, donde conviven estilos tradicionales con nuevas tendencias decorativas.

Durante la jornada, los asistentes pudieron contemplar centenares de obras terminadas o en proceso, como puntillas, pañuelos, mantillas, sombrillas, chales, abanicos o incluso piezas contemporáneas de diseño propio, realizadas con técnicas como el encaje ruso, el encaje popular o el encaje de Hinojosa del Valle, procedente de Extremadura. Algunas de estas piezas requieren meses de trabajo manual, lo que subraya su valor más allá de cualquier consideración económica.

Un evento con proyección nacional

El encuentro ovetense forma parte del circuito nacional de encuentros de encajeras, una red no formal de ferias y exhibiciones que se celebran en distintos puntos de la geografía española, y que permiten a asociaciones locales viajar, compartir técnicas, aprender nuevas formas de trabajo y estrechar lazos en torno a esta pasión común por el hilo y la precisión.

La capacidad de convocatoria del evento ovetense ha ido creciendo año tras año, fruto de la participación de la asociación anfitriona en otros encuentros, donde ha promocionado la cita asturiana y ha tejido una red de contactos que ha cristalizado en esta edición multitudinaria. La edición de 2025 ha batido récords tanto por la asistencia como por la diversidad de técnicas expuestas y la cantidad de grupos representados.

Un patrimonio que se conserva en comunidad

Aunque tradicionalmente vinculado al mundo rural y al trabajo manual femenino, el encaje de bolillos ha resurgido en las últimas décadas como una forma de patrimonio cultural inmaterial que se mantiene gracias al compromiso de asociaciones, talleres, ferias y encuentros como este. En Asturias, el movimiento de encajeras tiene un fuerte arraigo, especialmente en el centro y occidente del Principado, donde muchas mujeres han mantenido viva esta tradición en paralelo a sus trabajos cotidianos.

El evento de este sábado en Oviedo no fue solo una exhibición, sino también un punto de encuentro para el intercambio de materiales, patrones, útiles de trabajo y nuevos diseños, así como una oportunidad para adquirir herramientas especializadas y materiales de alta calidad.

Una “champions” del encaje sin podio

El Encuentro “Ciudad de Oviedo” no es una competición, pero sí tiene el sabor de una gran final: quienes asisten saben que lo hacen para mostrar sus mejores piezas, conocer nuevas técnicas y consolidar un sentimiento colectivo en torno a una actividad que requiere paciencia, técnica y sensibilidad. Cada mesa se convierte en una galería improvisada, y cada puntada, en una declaración de arte y resistencia frente al olvido de las tradiciones manuales.

Con esta vigésima edición, Oviedo refuerza su posición como una de las capitales españolas del encaje de bolillos, una disciplina que sigue viva y creciendo gracias al impulso de quienes, sin más recompensa que el reconocimiento mutuo y el orgullo del trabajo bien hecho, mantienen firmes los hilos de una herencia que no se deshilacha.

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