Más de un centenar de directores entregan su cargo, los docentes mantienen la huelga y el Principado sostiene que no hay vacío legal. El Gobierno regional y los sindicatos apuran una negociación decisiva para salvar el curso escolar.
La fotografía de estos días en Asturias podría parecer sacada de otro tiempo: concentraciones a diario frente a la Consejería, aulas semivacías, claustros en pie de guerra y un alud de cartas en defensa de los equipos directivos. Pero no es una escena del pasado. Es el presente más crudo de la escuela pública asturiana, atrapada en una crisis sin precedentes.
Todo comenzó con semanas de desencuentros y tensión creciente entre el Gobierno del Principado y los sindicatos. La chispa final saltó con la dimisión masiva de más de cien directores de Infantil y Primaria, un gesto insólito y cargado de simbolismo. Las dimisiones fueron comunicadas formalmente, pero el Principado respondió con una lectura tajante del Decreto 76/2007: “Mientras no se acepten, deben continuar en sus funciones”. En otras palabras: aunque hayan renunciado, siguen al frente de sus centros.
Una dimisión que no es simbólica
“Esto no es un gesto simbólico. Es una denuncia seria, responsable y fundamentada del deterioro progresivo de la enseñanza pública”, afirma el sindicato CSIF, que considera que la gestión educativa está agotada y que hace falta un golpe de timón. Coinciden otros sindicatos como ANPE y SUATEA, que denuncian una sobrecarga burocrática asfixiante, plantillas desbordadas y una falta de reconocimiento para la labor directiva.
Desde UGT matizan que la medida se ha tomado al margen de los sindicatos, pero podría contribuir a desbloquear una negociación estancada desde hace meses.
Y en las redes sociales, la indignación ha tomado forma de carta abierta, como la de Desirée Martínez, directora del colegio Matemático Pedrayes de Lastres, quien, con tono sereno pero firme, compartió:
“La oferta del Principado no garantiza una escuela pública de calidad. No se trata solo de una cuestión de salario. Es cuestión de cómo y cuándo se aplican los cambios.”
El Principado: oferta económica y urgencia negociadora
Tras la dimisión de la consejera Lydia Espina, que dejó su cargo tras la histórica manifestación del 2 de junio con más de 30.000 docentes en Oviedo, el Gobierno regional ha reconfigurado su equipo negociador. La vicepresidenta Gimena Llamedo y el consejero de Hacienda, Guillermo Peláez, lideran ahora las conversaciones.
Sobre la mesa, el Ejecutivo autonómico ha presentado una nueva oferta:
-
Subida de 105 euros brutos al mes para todo el profesorado.
-
Incremento adicional de 65 euros para los docentes con menos de seis años de antigüedad.
-
Contratación de 300 profesionales de Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje durante los próximos tres cursos.
-
Incorporación de personal administrativo para descargar a los equipos directivos.
-
Compromiso con la reducción progresiva de ratios, refuerzo de la Formación Profesional y extensión del servicio de comedor en junio y septiembre sin modificar la jornada reducida.
Llamedo asegura que con estas medidas “nos situamos en la media nacional en los tramos bajos y a la cabeza en los superiores”. Pero los sindicatos discrepan.
Una comunidad educativa fracturada
Los claustros de numerosos colegios han salido a defender a sus directores con comunicados contundentes. En el Colegio Público Los Pericones, en Gijón, los docentes expresaron:
“Esta denuncia responde a un contexto insostenible, generado por la falta de voluntad negociadora de la Consejería.”
En el Colegio Evaristo Valle, también en Gijón, la plantilla apoyó la dimisión como “una medida meditada y dolorosa, pero coherente con el manifiesto firmado semanas atrás”.
Mientras tanto, los alumnos siguen asistiendo a clase, los padres observan con inquietud y los equipos directivos se debaten entre el deber institucional y una decisión personal ya tomada. La escuela pública asturiana está abierta, pero herida.
Lunes, día clave
Las miradas están puestas en la nueva reunión convocada para el lunes. El reloj corre: si no se alcanza un acuerdo antes de fin de curso, la planificación del próximo septiembre corre serio peligro. La continuidad de los directores, la gestión de los claustros y el arranque del nuevo calendario educativo dependen de lo que ocurra en estas horas.
Mientras tanto, el conflicto ya ha desbordado lo administrativo y ha entrado de lleno en lo político y lo social. Porque como ha recordado una profesora de Siero, con una claridad que atraviesa las consignas:
“Sí, ye cuestión de perres. Pero sobre todo, ye cuestión de respeto.”