El filósofo germano-coreano recibe el galardón por su capacidad para interpretar con claridad poética los males invisibles de la era digital: el aislamiento, la hiperexigencia y la pérdida de sentido.
El pensamiento afilado y sereno de Byung-Chul Han ha conquistado uno de los reconocimientos más prestigiosos del ámbito cultural internacional. El jurado del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 ha decidido concederle el galardón por su "brillantez para interpretar los retos de la sociedad tecnológica", según recoge el acta oficial firmada hoy en Oviedo.
La decisión, tomada por un jurado presidido por Miguel Falomir Faus e integrado por personalidades como Irene Cano, Estrella de Diego, Álex Grijelmo o Alma Guillermoprieto, destaca el papel fundamental de Han como uno de los pensadores más influyentes y leídos de nuestro tiempo. Su obra, que combina las tradiciones filosóficas de Oriente y Occidente, ha encontrado eco entre generaciones jóvenes, intelectuales y lectores que buscan comprender el vacío que deja el exceso de conexión digital y la lógica neoliberal de la hiperproductividad.
Un pensador que ha puesto nombre al malestar moderno
Nacido en Seúl en 1959, Han se formó en Literatura Alemana, Teología y Filosofía en Alemania, donde se doctoró en Friburgo con una tesis sobre Heidegger. Ha enseñado en universidades de Suiza y Alemania, y actualmente imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Su estilo, conciso y rotundo, ha convertido sus libros en fenómenos editoriales pese a su tono reflexivo y nada complaciente.
Conceptos como la “sociedad del cansancio”, la “transparencia tóxica” o la “psicopolítica” forman parte ya del vocabulario crítico contemporáneo. Han alerta de que vivimos inmersos en un régimen de positividad y rendimiento que genera patologías mentales —depresión, ansiedad, fatiga crónica— mientras oculta una profunda soledad. Reivindica el silencio, la contemplación, la pausa y el misterio como formas de resistencia frente a una época que lo quiere todo visible, veloz y vendible.
“Su análisis es fértil y proporciona explicaciones profundas sobre la deshumanización, la digitalización y el aislamiento de las personas”, afirma el acta del jurado.
Obra extensa y crítica con la cultura del rendimiento
Entre sus títulos más destacados figuran La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia, La agonía del Eros, Psicopolítica o La desaparición de los rituales. En su más reciente ensayo, El espíritu de la esperanza (2024), Han ahonda en la urgencia de recuperar el deseo y la capacidad de imaginar futuros menos dominados por el miedo y la hiperconexión.
Es considerado heredero intelectual de Sloterdijk, Agamben o Barthes, pero con una voz propia, de ritmo lento y mirada radical. Su pensamiento se ha traducido a múltiples idiomas y ha sido objeto de estudios, documentales y ensayos críticos en todo el mundo.
Una trayectoria reconocida internacionalmente
Antes de este premio, Han había sido distinguido con el Premio Bristol des Lumières (Francia) y el Salzburg State Prize for Future Research (Austria), además de protagonizar el documental La sociedad del cansancio, dirigido por Isabella Gresser.
Este reconocimiento lo convierte en el primer filósofo asiático en recibir el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, un galardón que cumple este año su 45.ª edición y que anteriormente han recibido figuras como Umberto Eco, George Steiner, Gloria Steinem, Quino, Google, Marjane Satrapi o el Museo del Prado.
La ceremonia de entrega tendrá lugar en octubre en el Teatro Campoamor de Oviedo, en presencia de los Reyes de España, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. El galardón incluye una escultura de Joan Miró, un diploma, una insignia y una dotación de 50.000 euros.
Byung-Chul Han no solo piensa el mundo: lo rasga, lo expone y lo denuncia con una claridad incómoda. En tiempos de ruido y narcisismo digital, su voz es un refugio y una alarma. Este premio es también una advertencia: necesitamos más pensamiento y menos producción. Más contemplación y menos algoritmo. Más humanidad y menos espectáculo.