Seguridad: en casa del herrero, cuchillo de palo

Después de leer uno de los últimos invformes sobre el repunte de la siniestralidad laboral en Asturias, de la que nos alertan los sindicatos, principalmente, que lo achacan a un cierto recorte de gastos en las empresas, aunque uno se pregunta sino será porque el personal anda más preocupado con llegar a fin de mes que con ponerse la cincha y los talajes correspondientes cuando está realizando una chapuzuca aquí o acullá, decidí salir a apatrullar la ciudad.

Tras tomar un café en una céntrica terraza ovetense, procedí a realizar el gambito 'Clark Kent', es decir, a disfrazarme de gaviota dentro de una cabina telefónica, cabina que, por cierto, carecía de teléfono por la acción irresponsable de algún desaprensivo.

Así las cosas, bien equipado para hacer de Diablo cojuelo, remonté el vuelo entre expresiones diversas de varios ciudadanos. ¡Ye un tonel! , ¡No, que yé un globu!, ¡Qué va, oh, ye un paxaru pintu! Sin molestarme en disipar sus dudas, algo ofensivas para mi estilizado abdomen, la verdad, aleteé placidamente hacia la plaza de España y allí, ¡date! Me encuentro de narices con el caso del operario que no quería ponerse el arnés.

Ahí lu tienen, en la foto, con dos bemoles y una gaita. ¡Cómo no lo iba a ver, si encima iba de rojo chillón!. Casi nada. En el tejado de un edificio público, en plena Plaza de España, sólo le falba pararse a comer un bocadillo.

No les voy a decir qué edificio es, porque no quiero que riñan al operario, pero el caso, tienen que reconocerlo, es llamativo. ¿No habrá leído el operario las estadísticas? Por si acaso se lo recordamos aquí, en AM, que somos muy solidarios: hay que atáse, oh.

 

Que tengan un feliz día.



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