Domingo de Gloria y Resurección

El Domingo de Gloria, también llamado de Resurrección, es la fiesta central del cristianismo, en la que se conmemora la resurrección de Jesús después de haber sido crucificado.

            Mañana, domingo, con toda seguridad asistiremos a una reedición de la fiesta cristiana protagonizada por el Comité Federal del PSOE en una reunión que elevará a la Gloria a Javier Fernández y a la Resurrección al maltrecho partido socialista.

            El paralelismo es claro. No faltan ni los Judas.

            Pero a pesar de ellos y por encima de ellos, Javier Fernández saldrá airoso. Lo merece. Sus propuestas están preñadas de sentido común y sensatez. Entre terceras elecciones y dejar gobernar a Rajoy, no hay duda. Más aún, que gobierne Rajoy en minoría facilitará que el PSOE pueda sacar adelante parte de su programa electoral.

            Queda una cuestión nuclear por resolver: ¿cómo se materializa la abstención, con decisiones tácticas o con autoridad?

            Creo que el Comité Federal debe imponer su acuerdo y apelar a la disciplina de voto exigiendo a todos los integrantes del grupo parlamentario sin excepción alguna que acaten la decisión, Pedro Sánchez especialmente incluido. Lo contrario sería ofrecer una muestra de debilidad y dar la razón a quienes cuestionan la legitimidad de este órgano para tomar la decisión. La unanimidad es la mejor forma de consolidar el partido. A quien no quiere aceptarla debe invitársele a entregar el acta. Un partido «partido» no es un partido.

            El Comité Federal es al PSOE lo que el Congreso de los Diputados al sistema democrático español. Negar su legitimidad y apelar a los militantes es tanto como cuestionar la legitimidad de la Cámara Baja y pretender que todas las decisiones se sometan a referéndum de los ciudadanos. No vivimos en un régimen asambleario, sino representativo.

            Pero como en el relato bíblico, y como ya adelantamos, aquí también hay Judas.

            Examinemos a los más representativos y veamos si son de temer. Por un lado está el PSC, con Iceta a la cabeza. Dice que votará no, se decida lo que se decida. ¡Vaya demócrata! El PSC nunca fue de fiar. Vive a caballo entre dos mundos y por eso tiene la representación que tiene. Si el catalán apela a las bases para que decidan, no debe olvidar que fueron las bases, los ciudadanos, los que mayoritariamente votaron a Rajoy. No me preocuparía. Hasta sería bueno que el PSOE perdiera el lastre que supone el PSC en esta nueva etapa.  

La otra pata del banco rebelde la conforma Margarita Robles. ¿Quién la hubiera votado de no presentarse bajo las siglas del PSOE? Yo, nunca. No me gustan los jueces que coquetean con la política. Los jueces deben ser imparciales y, además, parecerlo. El juez que da el salto a la política se descubre partidario de una determinada ideología, sea o no afiliado, y tal ideología forma parte intrínseca de la persona y la acompaña durante toda su vida. Un juez, por la función nuclear que desarrolla, debe mantener ocultas sus preferencias políticas; lo contrario es faltar a la ética.  La ideología contamina el ejercicio de una función que debe ser neutral y objetiva. Al PSOE no le interesan las extravagancias. Margarita Robles será difícil que no haga bueno el verso del poeta: «He renunciado a ti. No era posible. Fueron vapores de la fantasía. Son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía».

            El sistema, sin embargo, propicia el trasvase al permitir que el juez nombrado o elegido para cargo político pase a la situación de servicios especiales con reserva de puesto y no a la situación de excedencia voluntaria.

            Hay que recuperar la esencia de la división de poderes.

            En cualquier caso, como dijo Alfonso Guerra, el que se mueva no sale en la foto.

 



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