Reflexión

El año se va.  2014 cumplió con su ciclo y los humanos caminamos hasta el final a su lado. Ese ir no hay que derramar lágrimas antiguas. Aprender a vivir es lo que en verdad importa al ser el soporte de nuestra realidad. Morir es el destino inexorable, y temerla,  no es subterfugio alguna. Debemos expresar: ¡hemos vivido! 

 

“Uno de los mayores problemas que estamos viviendo es la pérdida del alma. En esta sociedad del consumismo, de  simulación, de vida vertiginosa, el alma requiere de tiempo, de sedimentación, de lo que llamamos la psiquización de las experiencias, es decir, vivirla con Eros, con intimidad, con relación, con alma. La velocidad con la que nos toca existir no permite estas conexiones significativas, no solamente con el otro sino con nosotros mismos. Debemos recobrar ese espíritu en cada uno de nosotros y en el mundo”.

 

 Así habla la venezolana Trudy O. De Bendayán, con pasión y entrega sobre un tema que  conoce en profundidad y cuyas experiencias ha reflejado en dos tomos de una factura casi audiovisual, cuyo título irradia por él mismo una fuerza esotérica:   “Anima mundi”. Un enunciado por los Arquetipos a través de los Mitos, Sueños y el Tarot, arcanos, cartas o naipes  venidos del maravilloso libro de Tho, pero que la autora lleva de la mano de la orientación junguiana, cuyo supremo maestro es el siquiatra suizo, discípulo de Freud, Gustavo Carlos Jung.

 

Con la autora conversamos unos minutos:

 

¿Qué pasa con las personas que no creen en el alma?

 

- Yo no estoy hablando de un alma metafísica ni religiosa. Yo no soy religiosa. Pude haber nacido en el marco del judaísmo, con el cual me siento conectada históricamente, pero nunca dogmáticamente. Pienso que la religión en la que yo creo es justamente el significado etimológico de la palabra, que es “religar”, es reconectarme con mi interioridad. Las religiones dogmáticas han perdido mucho de su sentido, son formas vacías, por eso la gente está buscando nuevos fervores, sobre todo en el Oriente. La idea es darnos el espacio de reconectarnos con nuestra interioridad, con el sentido de la existencia. Eso es el alma. El alma no es una entidad metafísica, es una actitud ante la vida.

 

-¿Nos habremos deshumanizado?

 

- Exactamente, nos hemos deshumanizado. Por eso la  idea de  tratar  estos temas utilizando las imágenes del Tarot, para poder entrar en los problemas que estamos padeciendo, de la caída de las certezas, de la caída de las religiones. Yo tomo por ejemplo la carta del Emperador, y ella justamente nos remite a eso, y desarrollo el tema.  Nos hemos vuelto prometeicos, titánicos, partiendo de la teoría de Nietzsche de que Dios ha muerto.

 

- ¿Cree realmente que Dios es un cadáver?

 

- El Dios tal como lo hemos concebido, el Dios judeocristiano, este Dios castigador, juez, posiblemente sí. Nietzsche decía que un Dios que sea juez, por más bondadoso que sea, nunca puede ser un objeto de amor. Yo en ese sentido estoy más cercana al filósofo Kierkegaard, que nos habla de que hay tres estadios en la vida humana, los cuales debemos ir superando. Uno es el estético o del  hedonismo, que es el que nosotros vivimos en esta cultura. Después viene el ético, en el cual tratamos de tener una moral y comportarnos de acuerdo a lo que dice el colectivo. Y el estadio más importante, el más pleno, es el religioso. Es un religarse con nuestra interioridad, con lo que  Jung llamó “el dios inmanente”, el inconsciente colectivo con la sabiduría arcaica, la sabiduría de todos los tiempos, intrínseca pero no dogmática.

 

Trudy,  nos indicó muchas cosas más. Esto es solamente un pequeño sabor de boca para   que nos ayude a reflexionar cuando el mes de diciembre se  va y  con  él llegue otro año nuevo. ¿Será bueno?, ¿virulento?, ¿alegre en algunos instantes?,   ¿Doloroso en ciertos momentos?

 

No importa: caminemos por encima de las tumbas.


La vida  - o lo que quede de ella - es bella.



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