Paraíso

Un hombre buscaba afanosamente, desesperadamente el Paraíso, y no lo encontraba. Todos los titánicos esfuerzos que empleó en este fin resultaban inútiles. De vez en cuando se detenía, agotado, a descansar y se decía descorazonado: “No encuentro el Paraíso, porque el Paraíso no existe”.          Aquel hombre murió convencido de que había fracasado en su busca. Y era cierto. Murió sin habérsele ocurrido nunca, ni una sola vez, mirar en lo más profundo de su alma.



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