Una cuestión de conocimiento

La volatilidad es el pulso del mercado, y monitorizándola se percibe que el corazón de los mercados de renta variable está hoy sano. Cada pequeña noticia potencialmente perturbadora, como por ejemplo la devaluación del peso argentina o los acontecimientos de Ucrania, generan unas moderadas subidas de la volatilidad, desde unos niveles muy bajos, de entre 12 y 14, en los que los mercados están hoy instalados, hasta unos niveles de alrededor de 20, habituales en términos históricos. Son pequeñas y momentáneas subidas de tensión, que se recuperan rápidamente, y  que se están produciendo a un ritmo muy regular, de prácticamente una cada dos meses. En el año 2013 hubo seis, y fue finalmente un año bursátil muy alcista. Es el latido del mercado, una sucesión de contracciones momentáneas que propulsan nuevas alzas, de tomas de aire de las que se derivan nuevos impulsos. Poco a poco los inversores están aprendiendo a reconocer oportunidades de compra en cada uno de estos episodios, hasta el punto de que se minimiza la magnitud de los recortes temporales de las cotizaciones.

 

Los inversores están actualmente en lo que podríamos denominar modo racional. No siempre es así. Hay otros contextos puntuales, como por ejemplo tras la crisis de Lehman Brothers o en la crisis del euro, en que simplemente el estómago de la comunidad inversora se impone al cerebro, y los mecanismos de raciocinio de los inversores simplemente se bloquean. No es así en la actualidad, los inversores están centrados en lo realmente importante, los beneficios de las empresas, y éstos son muy satisfactorios. Acaba de finalizar la publicación de resultados empresariales del último trimestre de 2013, y ha batido con creces las expectativas. Los beneficios han sido mejores de lo esperado en EEUU, en Japón, en Europa, etc.  De hecho ha sido una de las mejores sesiones de resultados empresariales de los últimos tiempos. Nada distrae hoy al inversor.

 

Hace unos años las empresas ajustaron costes, y en estos últimos ejercicios son las ventas las que se están disparando. No me cansaré de poner ejemplos para que se entienda lo que está sucediendo. Según la Federación de la Industria Relojera Suiza, en 2013 se ha batido el récord histórico de exportación de relojes suizos. Se ha exportado en francos suizos, aproximadamente el doble de relojes que en el año 2000. Hay, sin embargo, una diferencia sustancial, en aquel entonces el principal país comprador de relojes suizos era los Estados Unidos, mientras que ahora el principal país es Hong Kong, que está adquiriendo el doble de relojes que Estados Unidos. Otro ejemplo, según la Organización Mundial de T urismo el año pasado un total de 1.087 millones de personas en todo el mundo hizo turismo global, es decir cruzó las fronteras de su país para hacer turismo. Son cifras máximas históricas. En el año 2007, antes de la crisis, fueron 909 millones de personas los que lo hicieron, en 1995 habían sido 530 millones de personas, y se prevé que dentro de unos 15 años la cifra alcance los 1.800 millones de personas. Con márgenes y ventas evolucionando favorablemente, el efecto palanca que se produce sobre los beneficios empresariales es evidente. No es el apalancamiento financiero el que lidera los beneficios, es el apalancamiento operativo.

 

No existe nada que genere más riqueza que las empresas, y las bolsas permiten compartirla para cualquier nivel de patrimonio. ¿Por qué hay pues quien sigue llamando a la bolsa un juego?, ¿sólo porque es volátil? ¿Qué quisiéramos, que la mayor rentabilidad que siempre ha proporcionado la renta variable se generara además en línea recta? Muy a menudo se infravalora la capacidad de riqueza que generan las empresas, que se basa en última instancia en el crecimiento económico mundial y en la expansión incesante de la clase media. Actuar en contra de las bolsas es ir contra la evolución natural del mundo, y muy a menudo sencillamente es subestimar la capacidad de adaptación al entorno que tienen las empresas. Si de verdad se quieren disminuir las desigualdades sociales deberían impartirse los verdaderos fundamentos de las finanzas, y no las anécdotas sin importancia, no ya en las universidades, sino en los institutos de enseñanza secundaria. Mientras que unos le llaman juego, otros le tienen el pulso tomado al mercado y simplemente lo aprovechan. Es una cuestión de conocimiento.

 

Artículo publicado en La Vanguardia Sección Dinero del pasado 9 de marzo



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