Diez años de un asesinato sin resolver

Pasado mañana, sábado, día 25, se cumplen 10 años del asesinato sin resolver de Sheila Barrero, de 21 años de edad, muerta de un disparo en la nuca. Una trágica historia en la que una joven del suroccidente de Asturias fue muerta de un balazo por un desconocido habiendo el juzgado correspondiente archivado el caso por falta de pruebas pese a la lucha de los padres. Sheila Barrero fue encontrada por su hermano dentro del automóvil propio con un disparo en la cabeza hecho desde el asiento posterior. Junto a ella había un casquillo del calibre 6,35. El suceso ocurrió en un lugar apartado, en el puerto de Cerredo, cuando la víctima regresaba del trabajo en un bar en Villablino a su domicilio paterno en Degaña. Según la reconstrucción policial de los hechos en ese trayecto un vehículo se detuvo delante del de la joven, obligándola a detenerse. A continuación se bajó de él un individuo que se sentó en el asiento trasero del coche de Sheila y la disparó a bocajarro.

Según se desprendió de las investigaciones, y que acaba de recordar muy oportunamente el periodista José Manuel Gabriel en el “ExtraConfidencial.com (Lo que nadie se atreve a contar)”, la Guardia Civil opinó que la víctima y el asesino se conocían porque no había huellas de frenazo ni la chica intentó maniobra evasiva alguna. Aunque estaba medio desnuda no hubo agresión sexual y rápidamente las investigaciones se centraron  en el entorno afectivo de Sheila, amigos y conocidos, pero tanto el móvil como el autor del crimen a diez años de lo ocurrido continúa siendo un misterio. En base a ciertos indicios se llegó a detener a un joven que había tenido una complicada relación con la chica pero al final quedó en libertad por falta de pruebas.

En octubre de 2006, dos años y medio después del crimen, los investigadores informaron de que las pruebas de AND encontradas en el automóvil de la víctima no coincidían con ninguna de las 10 personas sospechosas. Finalmente el 24 de octubre de 2007 el juez decretó el sobreseimiento de las diligencias por falta de autor conocido, al tiempo que retiraba la condición de imputado al principal sospechoso. El auto reconocía que no había pruebas y que el móvil del asesinato seguía siendo una incógnita, apuntando a un crimen cometido por profesionales, tanto por el arma como por el tipo de munición empleada.

Desde 2004 un monolito erigido en el lugar donde fue asesinada Sheila Barrero recuerda su memoria y alerta de que el asesino continúa en libertad. En estos años los padres de la víctima, Julia Fernández y Elías Barrero, han llevado a cabo diversos actos de protesta como encadenarse a las puertas de los juzgados de Cangas de Narcea, concentración de vecinos e, incluso, una acampada durante 18 días ante la Audiencia Provincial de Asturias en Oviedo para mostrar su dolor, desánimo e impotencia.

Ahora, en este triste aniversario, no puedo por menos que hacer llegar mi solidaridad con esta familia, rota por un atroz e incomprensible crimen, en una zona de Asturias alejada de los centros de poder pero que no supone excusa alguna para no haber realizado por parte de los distintos organismos investigadores y judiciales un esfuerzo mayor en busca del autor de tan tremendo crimen, un crimen que sesgó la vida de una joven asturiana en la flor de la misma, dejando una familia rota y unos padres abocados desde hace diez años al supremo dolor de haber perdido una hija y no conocer el autor de su violenta muerte. Rezo porque algún día se sepa la verdad  y el peso de la ley caiga sobre el infame individuo que apretó el gatillo aquel fatídico día, el 25 de enero de 2004.

 



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