Salvemos el legado de Patricio Adúriz

La consejería de Cultura ofrece al Ayuntamiento de Gijón la posibilidad de albergar definitivamente en el Archivo Histórico de Asturias los valiosos --culturalmente hablando-- fondos de la Hemeroteca Municipal que con tanto celo como precisión --precisión suiza me atrevo a decir recordando el oficio vivencial de Patricio durante su vida profesional-- recompiló mi buen y hace tiempo ya ido, aunque no olvidado Patricio Adúriz. Tuve ocasión, siendo yo un inquietu rapaz cuyos afanes culturales lo llevaron a editar un fanzine allá por los quince años, y Patricio amigo de la familia, de sentarme muchas veces a conversar con él de los asuntos de la Villa, otrora de charlar mientras colocaba aquí un legajo o movía un volumen acullá. Fueron muchos los gijoneses que en aquellos años desfilaron por el localín de la cámara de Comercio para donar escritos, documentos, libros, colecciones, postales, fotos y tantos materiales como han permitido conformar este único e irrepetible acerbo patrimonial. En realidad, me siento concernido y con cierta auctoritas para opinar, ya que yo mismo contribuí con una modesta pero creo que interesante aportación, una colección completa del periódico satírico y de teatros editado en La Habana por asturianos allá a mediados del siglo 18, creo recordar, "El Murciélago". Un reflejo de la época lleno de gracia, intrigas, crónica social y pasiones confesadas que espero anide aún entre los fondos ahora alojados en una nave por el centro de Asturias.

 

Así es que, en circunstancias normales, defendería que los fondos documentales se alojasen en Gijón con la debida solemnidad y compromiso de custodia, pero como los años comienzan a dejarme algunos posos de realismo --al que los utópicos somos poco aficionados-- bien se vé que eso no es posible, por lo que voto por aceptar la propuesta de Cultura y mandar los fondos pa Uviéu. A fin de cuentas, si llega la olona, mis paisanos saben nadar, pero los libros no.

 

Un cariñoso recuerdo para Patricio, allá donde esté, y un ósculo literario para las lectoras. (Qué cursi me salió ésto, coña)



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