Sangre asturiana conquista la Antártida

 

Para este año nuevo me he propuesto seriamente dos metas. Una, la de bajar unos kilos por el procedimiento de caminar unos kilómetros al día, y otra la de recuperar el contacto epistolar con los lectores, especialmente después de que varias lectoras me hayan reconvenido porque hace tiempo que no escribo. Que no escribo en esta sección, claro. Así que, a la vuelta de un fatigoso pero vivificante paseo, abro brecha con una noticia que debería hacernos reconsiderar el fatalismo (inducido) y la miseria moral (provocada) que invade a los asturianos desde hace décadas.

 

Fíjense. Quién le iba a decir al doctor Celestino Piñera Peón cuando, tras casi 50 años ejerciendo de médico en Llibardón, Villaviciosa, decidió emigrar a Chile con toda su familia en busca de un futuro mejor, que tal día como el pasado martes su hijo, Sebastián Piñera Echenique, presidente democráticamente electo de Chile, pronunciaría estas palabras: “Tomo posesión de esta tierra por el futuro de Chile y de la Nación” anunciando así la creación de la Base Conjunta Antártica Nacional en Glaciar Unión, luego que dos aeronaves C130 de la Fuerza Aérea lo trasladaran, junto a su comitiva, a la zona más austral donde un Mandatario ha llegado, a 3.020 kilómetros de Punta Arenas y a 1.200 kilómetros del Polo Sur. La temperatura en Glaciar Unión alcanza los -5° C, sin embargo la sensación térmica llega a los -20° C. El viento es impetuoso y la nieve convertida en un fino polvillo envuelve a los visitantes que observan con detención aquel paisaje único. Ahí el Ministro de Defensa dijo “lo felicito Presidente por su visión, pero sobre todo por su capacidad de decisión en llegar a este lugar”.

 

Tantos miles de años de asturianos regalando empuje, capacidad, coraje, inventiva, decisión a España y al mundo. Tantos hitos asturianos en las páginas de la Historia. Y todo para llegar a que a los actuales astures los hayan convencido cuatro hijos de puta de que ésto es "sólo un barrio de Madrid". Para llegar a convencer a los actuales astures de que se puede seguir claudicando con un aislamiento del país por tierra, mar y aire insultante, humillante, despreciativo. Con un presente en que un hermoso y valioso legado como la lengua asturiana, más antigua y rica que el mismo castellano, se va perdiendo por la ignorancia criminal de quienes odian lo que de noble y esencial encarna a Asturias frente a tanta impostura 'histórica', tanta rapiña encubierta, tanta mentira millones de veces repetida. Y ¿ahora?

 

Miren. No les voy a echar un rollo. Yo nací aún en una Asturias en la que el mejor ganado era del país, del país de Asturias, naturalmente, como la mejor verdura, el mejor pescado, o la arquitectura, o la cultura popular. Y los paisanos eran de raza. de raza asturiana, coño! Y uno sabía dónde estaba en el mundo porque pertenecía a  un pueblo, con un territorio, una historia, una cultura y un patrimonio intangible universal por su propia especifidad, su singularidad irrepetible.

 

Así que, o nos ponemos las pilas y recuperamos el orgullo o, símplemente, Asturias desaparecerá. No lo vean mis ojos. Amén.

 

(FOTOS: Gentileza Fuerza Aérea Chilena)

 



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