Juegos olímpicos y corridas de toros

Hace domingo, a empellones. Olimpiada en Londres. Cada cuatrienio, la presentación de cada olimpiada se sofistica, adorna, magnifica más y hasta tal punto, que, después, las pruebas, por contraste, parecen haberse encogido dentro de semejante encuadernación.
Cada sede, en cada ocasión, decide que no puede haber habido antes nada parejo a su esfuerzo, logro y brillantez. Se cuentas fábulas, evocan episodios históricos, derraman y desparraman luces, sonidos, fuego y cataratas de color.
Debería, pienso yo, hacerse un esfuerzo para regresar a la sencillez del desfile presuntuoso y desafiante de los atletas de cada país.
Una densa variedad de juegos de casi toda índole, se incluye ahora, además, en el catálogo de los olímpicos. Y venga de medallas de oro, plata y bronce y una nube de reglamentos, que vigilan las condiciones y herramientas de cada competición. Sorprende y maravilla ver las armas de tiro con bala o arco, las varas, los listones, los modos y maneras de hacer cada movimiento.
Al final, brillan con espacial luminosidad los éxitos de los juegos clásicos, y uno, en cambio, se pierde en el tedio incomprensible de algunos deportes sacados de sus escenarios como escenas fingidas sobre otros artificiales.
Un domingo como un huevo visto desde dentro, que no acaba de cascar y abrirse. Un domingo con su aire atrapado y el sol ausente. Mejor. Afloja el bochorno. Hoy no se habla de mercados ni de primas, salvo con esa reticencia sardónica de las tertulias que comentan cualquier lunes los errores de cada entrenador durante el partido de la tarde de sábado o domingo.
Antes, partidos de fútbol y corridas de toros se celebraban durante las tardes de los domingos. Ahora son cualquier día y a cualquier hora, los partidos, y las corridas se van proscribiendo, reduciendo. Los toros, en sus dehesas, crecen sin saber lo que ha ocurrido. No sé si un día les quitarán de salir a pastar, magníficos, desafiantes, no sea que le recuerden a alguien la tentación de lidiarlos a las cinco en punto de la tarde.



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