Como cada año, a principios de Julio se inicia en Francia una de las pruebas deportivas con más solera del panorama ciclista internacional. El Tour de Francia, o más entrañablemente denominada “La Grand Boucle”, es la prueba ciclista más importante del mundo en la que casi 200 ciclistas recorrerán el territorio francés, enfrentándose a las inclemencias del tiempo, del recorrido y también a las de algunos aficionados. La épica y el romanticismo tienen un lugar destacado. Esta prueba está considerada más que un evento deportivo y aglutina a millones de seguidores todos los veranos enfrente de los televisores. Suele decirse que el verano no empieza hasta que no se inicia el Tour de Francia.
Por otro lado, cada cierto tiempo tenemos una de las citas más importantes del panorama económico mundial, en la que miles de economistas, inversores, particulares y por qué no decirlo todo el mundo directamente o indirectamente participamos de la misma. A diferencia de “La Grand Boucle”, no nos visita cada año sino que su periodicidad es aproximadamente cada 18 años.
El contexto económico al que me estoy refiriendo es el “Ciclo Financiero”. Mucho se ha escrito y estudiado sobre ello; personalmente, es un tema que me apasiona.
Centrándonos en el estudio del Ciclo Financiero, nos encontramos en que es muy complicado inferir en una definición clara del mismo sin tener en cuenta la relación que tiene con el Ciclo Económico (la interacción entre la deuda, precios de los activos y el PIB). Los Ciclos Financieros difieren de los ciclos Económicos.
Los Ciclos Financieros abarcan las interacciones de refuerzo mutuo entre percepciones de valor y riesgo, asunción de riesgos y restricciones de financiación que se traducen en fases de expansión y contracción financieras. Suelen ser más amplios que los Ciclos Económicos y la mejor forma de medirlos es a partir de una combinación de agregados crediticios y precios inmobiliarios.
Las variables que miden la actividad económica y las variables financieras pueden divergir durante largos periodos de tiempo, pero el vínculo entre ellas tiende a restablecerse con fuerza cuando los auges financieros dan paso a las depresiones. Estos episodios a menudo coinciden con crisis bancarias que, a su vez, suelen ir acompañadas de recesiones mucho más severas —recesiones de balance— que las que caracterizan el Ciclo Económico típico. Todos recordamos la crisis de balance del 2008, la última crisis financiera.
Cuatro aspectos caracterizan empíricamente los Ciclos Financieros:
- En primer lugar, presentan duraciones considerablemente mayores que los Ciclos Económicos. Según criterios de medición tradicionales, los Ciclos Económicos suelen durar entre uno y ocho años, mientras que los Financieros abarcan aproximadamente entre 15 y 20 años. Esta diferencia implica que un Ciclo Financiero pueda prolongarse durante varios Ciclos Económicos.
- En segundo lugar, los picos del Ciclo Financiero suelen coincidir con crisis bancarias o periodos de fuertes tensiones financieras. Los auges financieros en los que el aumento de los precios de los activos y el rápido crecimiento del crédito se refuerzan mutuamente suelen estar motivados por la prolongación de unas condiciones monetarias y financieras acomodaticias, a menudo en conjunción con algún elemento de innovación financiera. Unas condiciones de financiación laxas, a su vez, repercuten en la actividad económica real en forma de niveles excesivos de apalancamiento en algunos sectores y de sobreinversión en aquellos más en boga, como por ejemplo el inmobiliario. Sirva de ejemplo las tensiones en los precios inmobiliarios a principio de siglo en diversos países como España-Irlanda o EEUU.
- En tercer lugar, los Ciclos Financieros suelen producirse de manera sincronizada entre diferentes economías. Si bien no tienen por qué evolucionar en paralelo en todo el mundo, numerosos factores que inciden en el Ciclo Financiero revisten un importante componente mundial. Por ejemplo, las condiciones de liquidez suelen estar muy correlacionadas entre mercados. Aquí encontramos el principal catalizador que propicia los Ciclos Financieros, y no es otro que el exceso de liquidez. Políticas monetarias laxas, juntamente con bajos tipos de interés, propician la combinación perfecta para dar impulso al Ciclo Financiero. Seguramente a muchos les suenan estas variables que acabo de mencionar, al igual que habrán llegado a la misma conclusión que yo. Las bases de salida de la anterior crisis financiera son las de inicio de la siguiente. Otro factor muy interesante es el analizar, en base al actual escenario, cuál será el factor clave que inicie el punto de inflexión contrario. En 2008, este factor clave fue la innovación financiera, las “hipotecas subprime”. Veremos cuál es en el futuro, pero diversos estudios están apuntando la actual burbuja de Renta Fija, la cual se la relaciona con la mala asignación de la Deuda, en la que diversas compañías de países emergentes, por medio de sus filiales en países occidentales, han incrementado sustancialmente sus niveles de deuda mediante emisiones de Bonos High Yield para captar un nicho de mercado ávido de rentabilidad. Esto es lo que denominamos trampa de la deuda; en el caso de haber tensiones financieras mundiales, estas emisiones son las primeras en incurrir en impagos.
- En cuarto lugar, los Ciclos Financieros han aumentado tanto en duración como en amplitud desde comienzos de la década de 1980, quizás reflejando unos sistemas financieros más liberalizados. Puede que también influyan en su dinámica futura los significativos cambios que se han producido en los marcos de regulación y de política macroeconómica tras la crisis financiera.
En conclusión, al igual que “La Grand Boucle”, la periodicidad y los diversos acontecimientos que se producen en el trascurso de la misma son los elementos que determinarán la evolución de la siguiente y así sucesivamente…